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Al instante en que despertó sintió dolor de cabeza intenso, y mucho frío. Notó que estaba en su habitación.

¿Lo que había ocurrido ayer fue solo un simple sueño? No podía serlo, se sintió tan real.

Estornudó incorporándose, recostando su espalda sobre el respaldo de su cama. Vio la hora en su reloj encima de la mesita de noche. Eran más de las 10:00 am, eso significaba que había faltado a clase.

Estaba pensando en quedarse entre las sábanas más tiempo, ya que no quería recibir sermones por parte de sus padres a horas tan tempranas de la mañana. Aunque, quizás ellos no estarían, después de todo no los veía muy seguido.

Pero seguramente estarían allí para reprenderlo por su "mal" comportamiento.

Tuvo que levantarse cuando sintió ganas de ir al baño. Esperaba que no se les ocurriera a sus padres entrar mientras el estaba despierto, todavía quería seguir durmiendo más tiempo.

Cuando regresó a su cama, su madre estaba cruzada de brazos sentada en el sillón en medio de su habitación. Tragó saliva, aveces su madre lo asustaba más que su propio padre.

Cuando la mujer escuchó los pasos del pequeño volteó de inmediato, levantándose para ir frente a su pequeño hijo.

—Cariño mírate, enfermaste por haberte escapado -le dijo la mujer poniendo unos mechones que cubrían el rostro del pecoso detrás de su oreja.

—Estoy bien. -dijo sin más, mirando hacia otro lado.

—¿Por que lo hiciste? ¿Por que trataste de escapar? ¿Es que aquí no tienes todo lo que cualquier niño de tu edad desearía tener? Dime qué es lo que te ocurre -su madre dijo sentandose sobre el colchón de su cama, palmeando a un lado junto a ella.

El pecoso terminó sentándose junto a ella, después de todo debía ser obediente y respetuoso para con sus padres, eran los principios que le habían inculcado desde que nació.

No pensaba contarle nada al respecto, no confiaba en ella, y sabía que no lo entenderían, porque realmente nunca sintió amor o cariño realmente por parte de sus padres.

Si, tenía todo, como su madre había mencionado, pero eso no era suficiente, le faltaba lo más importante y necesario para un niño de su edad, el amor y cariño maternal y paternal que jamás estuvo ahí. Parecía que nada más había nacido para beneficios de sus padres y no para ser una familia feliz.

—Estoy bien, solo quería estar solo unos minutos -mintió. Pero sabía que ellos siempre se tragaban ese cuento.

No estaba bien, quería pensar que lo estaba pero en realidad no era cierto. Haber conocido al niño moreno la tarde anterior lo hizo abrir los ojos a algo que no había pensado antes. Quizás sería posible sentirse bien con la amistad de alguien en algún momento, ¿verdad? Eso esperaba, pero solo esperaba volver a encontrarse con ese niño.

—Bueno cariño, descansa, ¿si? -le palmeó la cabeza con suavidad. —No te preocupes, se que tuviste tus razones para haber golpeado a ese niño, así que nosotros arreglaremos el problema -le mencionó, antes de levantarse. —Nos vemos después, te quiero. -se despidió alejándose, para después salir por la puerta.

Ese te quiero había sonado frío, y sin ningún tipo de emoción, estaba seguro que no lo decía realmente porque lo sintiera. Aunque fuera solo un niño de 10 años, era muy inteligente, aunque aveces no le gustaba serlo tanto, quería seguir en la ignorancia para no sentirse lastimado por cosas como esa palabra sin sentimiento alguno que era dicha por sus padres hacia el siempre.

[...]

Despertó después de que un hombre alto lo despertara. Abrió los ojos, alejándose de inmediato del hombre. Debía alejarse, nadie era confiable, menos después de todo lo que ha vivido.

Happy ever after; chewis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora