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—No creo que sea buena idea hacer algo de esta clase aquí en el auto Max, te recomiendo que esperemos unos minutos en lo que llegamos a casa y allí podrás hacerme todo lo que quieras -mencionó el alemán con su neutral semblante como comúnmente.

Mientras el rubio desabrochaba su cinturón y sacaba su miembro sin pensarlo dos veces. No le importaba hacer eso en su propio auto, después de todos los vidrios eran polarizados, además de que no podría esperar tanto para desquitar como se sentía en ese momento.

Tomó al secretario por los cabellos jalándolo fuertemente para que quedara su rostro frente a su miembro. —Encárgate perro, y espero no sentir tus dientes, si llego a sentirlos recibirás un peor castigo. -dijo empujando la cabeza del manager hacia abajo. Que no podía oponerse a lo que su jefe le pedía, y terminó por obedecerle sin rechistar abriendo su boca para tomarlo.

...

Max se encontraba abrochándose los pantalones, para después volver a colocarse el cinturón y acomodar su corbata a como pudo y sus cabellos después de haberse limpiado todo el desastre que hizo con el alemán.

—Te daré cinco minutos para que te repongas y conduzcas de regreso a casa -mencionó antes de salir del automóvil y dejar al rubio desnudo por completo recostado en los asientos traseros del automóvil.

Se sentía sucio por completo, se había corrido en su propio abdomen, estaba sudado por completo y se sentía pegajoso. Sus cabellos cubriendo su vista. Se incorporó con lentitud, sintiendo el leve dolor en sus caderas al hacerlo.

Comenzó a limpiar su cuerpo, mientras sintió como algo más que fluidos del político recorría sus mejillas, lágrimas incontables comenzaron a salir por sus ojos. Hace bastante tiempo que no lloraba de esa forma, y no era por dolor físico ni nada por el estilo, sino por el hecho de que estar enamorado de Max Verstappen por tanto tiempo realmente era doloroso, demasiado que no podía ni describirlo.

El solo era un objeto para complacer al político cada que quisiera, era solo su juguete el cual usaría a cada instante que le viniera en bien, no era nada más que eso para el, y eso era realmente tan doloroso para el que sentía un nudo en su garganta.

Terminó de limpiar su propio cuerpo, se vistió devuelta con su ropa y justo a tiempo sus lágrimas habían desaparecido por completo y ahora solo esperaba que sus ojos no se vieran llorosos. Salió de la parte trasera del automóvil para después ver cómo el político se acercaba devuelta al automóvil, notó como consumía un cigarro.

Se sentó en el asiento del conductor después de haberle abierto la puerta al político que entró sin más.

—Nico -escuchó la profunda voz del neerlandés, lo hizo prestarle atención por completo.

—Dime Max.

—Mírame. -ordenó.

El francés abrió los ojos de par en par. No era común que el le pidiera algo así. Alzó su vista al retrovisor, cruzando miradas al instante con el político.

—Perdona si fui muy brusco contigo.

En ese momento Nico se asombró mucho más de lo que ya estaba y lo hizo notar. Es que le sorprendía de sobremanera que el rubio se disculpara con el, parecía que realmente podría haber cambiado en todo ese tiempo que estuvo ausente. Pero no quería ilusionarse al respecto.

—No tienes porque disculparte Max, soy de tu propiedad así que después de todo puedes hacer lo que te plazca conmigo -dijo sin más aún con su mirada fija en la azul del rubio.

—Vi tus lágrimas salir mientras lo hacíamos, y aún así no me detuve aunque tus expresiones me lo pidieran a gritos, debí hacerlo pero estaba cegado por el enojo y se que no es excusa, así que pido que me disculpes, no volverá a ocurrir.

Happy ever after; chewis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora