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—¿¡Estás loco!?— Minho se levantó de la silla exaltado.

—Minho por favor...— su hermano lo miro con suplica— solo escúchame...

—¡No lo haré!

—Lee know, es una orden que te sientes y prestes atención— su padre hablo firmemente mirándolo con superioridad.

—¿¡Piensan que aceptaré esa estúpida "idea"!?— hizo comillas con los dedos sin hacerles caso.

El ya no era un niño que podían manejar a su antojo.

—Es por el bien de la manada.

—¿¡Por el bien de la manada o por tu reputación!?— señaló al que se decía ser su padre.—¡No haré jamás eso!

—¿En qué te afecta? No has encontrado a tu pareja y ya han pasado más de diez años de tu presentación.

Si supiera...

Minho apretó la mandíbula tratando de no soltar más su lengua de lo que ya había hecho.

Durante varios años, su hermano y su cuñada habían tratado de tener hijos. Pero después de mucho intentar, se dieron cuenta de que ella era estéril.

¿Y eso que tenía que ver con el?

Su padre, le dio la orden de tomar el cargo de la manada y contraer matrimonio con una Omega.

Antes muerto...

Ya no soy alguien que puedas manejar a tu antojo, soy un adulto y yo mismo me cuidaré— hizo una pausa — si rechazar esta petición incluye que me vaya de la manada, lo haré.

—¡Lee know!

Ignoro los gritos de su padre y su hermano y salió azotando la puerta.
Bajó por las escaleras y se dirigió corriendo al bosque para transformarse.

Solo tenía alguien en mente, en quién tal vez podía hallar consuelo.

(...)

Lía se miró al espejo una vez más examinando su atuendo.
Era la primera vez en mucho tiempo que usaba un vestido corto.

Y que aunque ella no lo supiera, la hacía ver tierna e inocente.
Peinó su larga cabellera rubia y se dirigió a la puerta cuando escuchó unos toques.

— Tu papá te esta esperando— su mamá le examinó de arriba a abajo, provocando que ella se encogiera en su lugar.

—Voy...— habló en un murmullo.

Bajo las escaleras de su casa, y vio a su padre esperándola en la puerta listo para que se vayan.
Aunque ella no supiera a dónde.

Curiosamente, una semana atrás sus papás habían estado actuando sospechosos, sentía que hablaban algo sobre ella a sus espaldas.

Ya tenía 20 años, y era una mujer prácticamente.
Ella había escuchado sobre las tradiciones que tenían entre su familia, y es que cuando una mujer cumplía los 20 años la juntaban con otra persona de su mismo linaje.
En este caso sería alguien que tuviera poderes similares a los de ella.

Pero no estaba interesada en absoluto en el matrimonio, bueno...no con cualquier persona.

Subió al coche de su papá y durante todo el camino se mantuvo en silencio.
Era más que obvio que la relación de ella con sus padres estaba totalmente quebrada.

Ahora lo único que la unía a ellos era la sangre que compartían, no los sentimientos.
Estuvo tan metida en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando llegaron a una casa grande la cual pudo identificar como la "mansión" de los líderes del clan.

—¿Qué hacemos aquí?— se animó a preguntar con algo de temor.

—Pronto lo sabrás— respondió su progenitor.

Caminó detrás de él esperando que tocara el timbre del lugar, segundos después la puerta fue abierta por una criada que los invitó a entrar.

Examinó un poco a su alrededor viendo que todo el ambiente reflejaba los lujos y la comodidad.

Llegaron al comedor donde vió a varias personas sentadas alrededor dede una mesa.
Todas ellas tenían puesta su mirada en los dos, es su papá y por supuesto, en ella.

Para nadie era una sorpresa qué Lía superaba la belleza de todas las jóvenes de su edad.
Sus poderes místicos se habían combinado con su genética dejando ver a una hermosa mujer.

Ignoró cuando un hombre se levantó y saludó a su papá viendo como los demás mantenían su vista en ella.

—Eres la viva imagen de tu madre— una mujer le habló por detrás dando vueltas a su alrededor— sin duda tendrás hijos hermosos.

Lía trago grueso.

¿A que venía eso?

—Te presentó al líder — estaba muy distraída, cuando vio que su papá le presentaba a alguien.

Hizo una reverencia como respeto al líder de todo del clan y se presentó.

—Definitivamente la has educado bien— el líder elogio a su padre — sera un excelente esposa para mi hijo.

Ahí fui cuando Lía se quedó como estatua de piedra.

¿Había escuchado bien?

Le invitaron a sentarse y lo hizo mientras los criados servían platos de comida en frente suyo.
Comió en total silencio, tratando de unir las piezas de por qué estaba allí.

¿En qué momento sus padres tomaron la decisión en vez de ella?
Pero al mismo tiempo recordaba que era una tradición, y en su situación actual ella no tenía derecho a reclamar.

Pero...¿Por qué con el hijo del líder del clan?

Inesperadamente la imagen de una persona que apreciaba mucho en el mundo entero vino a ella.

Minho...

Hacía varios días que no lo veía, él era el único al que le contaba sus problemas familiares y personales ya que se había ganado su confianza y se había convertido en su único y mejor amigo.

Por supuesto que no lo iba a negar, Minho poseía un aura y una imagen realmente atractivas.
Él era un hombre lobo y ella una perteneciente del clan de los seres místicos.

Ni siquiera en sueños podía mantener una conversación normal a los ojos de los demás.
Ya que su clan está en total guerra contra los cambiaformas.
Pero eso a ella no le importaba.

Porque Minho le había dado la oportunidad de ver de que no todos los lobos son así.

—Lia quiero que te comportes— el susurro de su papá la hizo girar su cabeza al lado derecho donde vio como la figura de un hombre entraba a la sala.

—Este es mi hijo Anthony.— el líder lo presento.

Lía se paró de su lugar al igual que los demás e hizo una reverencia.
Sus ojos chocaron con los de aquel chico.

Pero no sintió ninguna conexión o atracción física, simplemente le pareció como un chico más del clan.
Y él la veía con indiferencia.

Estaba más que claro que era un matrimonio por conveniencia.













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