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Dos pecadores no pueden expiar de una oración solitaria. Almas atadas, entrelazadas por el orgullo y la culpa.

—Él no te quiere aquí.

Louis mantuvo su posición en la puerta de aquella habitación, usando su cuerpo para evitar que Zayn pudiera ingresar.

—Merezco estar ahí —refutó Zayn, con la palma presionada en la puerta, impidiendo que Louis pudiera cerrarla.

Louis lo comprendía, sabía que tenía derecho a estar en la habitación que podría decidir el futuro del juicio. Pero lo que había hecho Zayn en su declaración encolerizó a Adelfried Hadid, y apenas habían logrado tranquilizarlo un poco.

—Lo sé —admitió, y aquel reconocimiento hizo que Zayn bajara un poco la guardia—. Pero tu presencia es hostil para Lord Hadid y debemos tenerlo de nuestro lado. Necesitamos negociar.

—Negociar mi futuro —insistió, respirando profundamente para conservar los últimos vestigios de su paciencia—. Es mi vida, Louis. Es...

—Es tu vida pero también es la corona. —Lo interrumpió con firmeza, su voz fue afilada como una flecha—. Danielle y yo tenemos nuestro mayor interés en que tengas el desenlace más beneficioso posible. A Danielle le importa la corona, tú eres parte de ella, no va a permitir que te hundas.

Zayn pareció considerar sus palabras. Prensó los labios y entonces apartó la mano de la puerta.

—No estaré tranquilo mientras ustedes están encerrados allí con mis enemigos.

—Ve con Liam —sugirió, desviando la línea de la discusión—. Pídele perdón por lo que hiciste, quizá él sea el único que guarde la voluntad de perdonarte.

Tal vez había permitido que más veneno del que tenía planeado se embebiera en sus palabras, revelando su verdadera postura de cara a la situación. Zayn lo observó con incomodidad y bufó.

—Louis sinceramente, lo que pasa entre Liam y yo no es tu problema —indicó, con aquella sonrisa cínica y que mostraba cuán impune se sentía—. Así que mide tus palabras.

—No, Zayn. Estás equivocado —replicó, en voz baja y firme—. Es mi problema los atropellos que haces contra las personas que intentan ayudarte, las personas que quiero. Esta es la última vez, Zayn —señaló, apuntándole con el índice—. Es la última vez que agredes a Liam. Es la última vez que faltas el respeto a mi esposo. No volverás a insultar a Danielle. Y por la arena dorada del desierto, es la última vez que me manipulas.

Un bufido escapó de los labios del príncipe.

—¿Manipularte? Estás viendo fantasmas y diciendo tonterías —protestó Zayn, indignado— ¿Entonces qué? ¿Vas a hacer un complot en mi contra? ¡¿Unirte a la confabulación?!

—Haré lo que tenga que hacer —sentenció con los dientes apretados, con los últimos vestigios de su paciencia comenzando a evaporarse.

Cerró la puerta con un firme golpe y pasó la cerradura.

Estaba furioso por Zayn, por el aspecto desolado de Liam, porque le dolía muchísimo la rodilla y aquella pesadilla no parecía terminar.

Ubicó a tientas la botella de medicina en su túnica, la destapó para tomar un rápido y profundo trago, y la guardó nuevamente antes de darse la vuelta y enfrentarse a los demás reunidos allí.

Heredero » l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora