UNA NOCHE SIN SUEÑOS |PARTE I|
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Cuando todos los soldados del rey, y todas sus monturas, no pueden encontrar una forma para...
Una forma para salvarte
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Respiró profundamente y sostuvo con fuerza el cabecero de la cama. La madera crujió debajo de su mano, y ese sonido fue lo único que inundó la habitación junto al rítmico golpeteo de las gotas de lluvia contra la ventana.
El dolor ya estaba allí, sordo y constante, pero se intensificó cuando el fisiólogo retornó la articulación de su hombro a su sitio en un terrible y calculado chasquido.
Louis no gritó. Había pasado por algo así ya algunas veces en su vida. Nunca se hacía más fácil, pero sabía qué esperar. Lo único que le indicó al maestro de medicina el estado de su dolor fue la manera en que soltó el aire y se encorvó sobre sí mismo, como si acabara de recibir un puñetazo.
-Le daré algo para el dolor, Majestad... -indicó el mayor, moviéndose hasta la mesa con todos sus utensilios.
Louis jadeó, sosteniendo con una mano temblorosa su hombro herido. Lo peor fue enmendado, pero estaba seguro que le dolería por días, especialmente si se exponía al frío. De manera traicionera, su mente le trajo el recuerdo de las frías piedras de las celdas de la Ciudad del Sol por las noches, y un agobiante escalofrío lo embargó.
-Aquí tiene, Majestad -anunció el fisiólogo, acercando un recipiente de cristal-. También le ayudará a dormir sin sueños.
Sintiéndose miserable, helado por la lluvia y demasiado agotado, Louis aceptó el brebaje y lo bebió en sorbos cortos.
-Gracias, maestro -musitó-. Estoy más preocupado por poder estar de pie ante el jurado que por un hombro adolorido.
El fisiólogo alzó las cejas y bajó la mirada hasta la pierna de Louis, que tenía el pantalón recogido hasta el muslo y un pesado vendaje le cubría la rodilla.
-Por la bondad de los dioses es que el príncipe de Aurea sólo está magullado y no condenado a ser un lisiado.
A su lado la tormenta seguía azotando a la tierra tras el cristal de la ventana, como si un ser embravecido estuviera reclamando desde el cielo.
Y revivió sin problema el momento que cayó del caballo, el camino cediendo bajo el peso de su montura y él, la espeluznante visión del barranco dispuesto a engullirlos.
No se trató de suerte ni la bondad de los dioses, tan solo el fruto de la experiencia en la guerra que le susurró en ese momento de urgencia cómo caer, de dónde sostenerse.
Su corcel no tuvo la misma suerte. Zayn lo tuvo que sacrificar al comprobar que tenía dos fracturas expuestas cuando bajaron a buscarlo
-Creo que estaré bien hasta mañana, maestro. Puede marcharse -anunció, acabando de beber la medicina y entregando el recipiente vacío-. La comitiva no podrá avanzar por esta noche, y yo no me moveré de aquí mientras mi rodilla amenace con arrebatarme la cordura.
Prudente como siempre, el fisiólogo le dedicó una sonrisa ensayada y recogió sus utensilios. Una reverencia y el sonido de nudillos sobre la puerta fue el aviso que necesitaron los guardias para escoltar al anciano lejos de la habitación.
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Heredero » l.s
FanfictionEl príncipe Tomlinson de Aurea contempló los designios de su porvenir, con el corazón abatido por la angustia y la postura firme de un líder. La carga de responsabilidad en sus hombros no era tan terrible como la pena y el temor. Pensar en volver al...