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Su respiración sacaba nubes blancas.

El sudor cae de la punta de la barbilla del hombre que está corriendo en la oscuridad. La camisa que lleva puesta se moja por completo en sus axilas, en su cuello, bajo su pecho... pero no quería detenerse. No puede detenerse.

Este lugar estaba completamente desierto así que se escuchaba el sonido de todo lo que hacía. Cuando daba la vuelta, cuando pisaba y cuando saltaba para adentrarse en un nuevo cuarto.

Tenía prisa, quería marcharse.

¡Maldita sea!

¡Mierda!

¡MIERDA!

Los juramentos ásperos representaban el final de su paciencia y dejaban a flote la desesperación que ya salía de sus labios y de los poros de su piel.

Tiene fiebre en el cuerpo. ¡Una fiebre intensa que nunca había experimentado en todos sus veinte años de vida!

El hombre corrió en la oscuridad y rápidamente se dirigió a un edificio distante... Era un viejo almacén, a cierta distancia parecía estar abandonado como el resto de las estructuras que ya había recorrido con anterioridad. Sabía a la perfección que no era seguro estar allí, solo y en su condición, pero no puede evitarlo.

-¡Dios!

Estaba muriendo, pero igual pateó la puerta con toda la fuerza que tenía. Fue tan intenso que se preocupaba que pudiera haber roto la pequeña ventanilla o la manija... Pero afortunadamente la puerta de metal logró mantenerse en una buena forma. Tan pronto como logró entrar, cerró igual de fuerte y miró a su alrededor.

-Gracias, ah gracias...

El almacén estaba vacío.

Había ocasionado un alboroto tremendo afuera pero ahora estaba sentado allí, en el fondo y absolutamente en paz. El mareo le parecía irrelevante... El hombre se levantó, respiró profundamente y caminó con cuidado a través del helado almacén.

Camina lento, muy lento... Una velocidad constante. El almacén tenía amontonado montones de heno, maquinaria agrícola y todo tipo de artículos para trabajar en la tierra. Entonces se escondió apresuradamente entre el heno fresco y los costales de tierra para sembradíos.

La luz de la luna estaba borrosa. Las ventanas, como las puertas, son viejas, están nubladas e incluso se ven bastante rotas. Como lo estaban persiguiendo, pensó que definitivamente sería muy fácil para alguien romper el cristal y colarse dentro como si fuera un gato... Sin embargo, se escondió debajo de ella porque pensaba que, así como alguien podría entrar, él podría salir corriendo.

Había varias medicinas en su palma. Temblaba bastante así que tuvo que recogerlos del suelo varias veces antes de intentar analizar la situación. Todos eran inhibidores. Desafortunadamente, la luz borrosa de la luna le dificultaba saber cuál era el de acción inmediata y cuáles eran los de uso diario... El hombre comenzó a hiperventilar. Se le nublaron los ojos debido a la fiebre incontrolable y finalmente abandonó la lucha por clasificar la medicina y se tragó la primera cápsula que encontró.

Su condición física no mejora. Por el contrario, el calor que fluye por su cuerpo se vuelve más intenso.

-Ah... ¡Ah! ¡Maldita sea! ¡Ah! ¡Puta madre!

Una palabra mucho más fuerte salió de su boca. Estaba claro que el inhibidor que se había tomado, no era el que necesitaba. Se tomó otro y otro y otro y ninguno de ellos le ayudó. Su saliva estaba goteando, su aliento está inmensamente caliente... Era un Beta, hasta hace poco era un hombre Beta. Ha vivido como uno toda su vida hasta que ahora, en la edad adulta, se manifestó como un omega absolutamente débil.

Dear, Nana || YumarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora