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La fiesta de cumpleaños de Nana

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Mark entró en la sala de estar y se dejó caer en el sofá de su madre... Se frotó la cabeza con ambas manos y trató de poner todo en orden.

La conversación de Wonho y Honey que había escuchado hace unos minutos no se puede borrar tan fácilmente.

En realidad, le da vueltas y vueltas.

¿Qué estaban intercambiando?

¿Cuál es el resultado del que hablaban?

¿Honey estaba conspirando contra Yuta o algo así?

Las yemas de los dedos de Mark se pegan impaciente en el reposabrazos... ¿Debería...? ¿Debería hacerle saber a Yuta que están haciendo algo extraño a sus espaldas?

Estaba preocupado porque...

Pero Mark sacudió la cabeza al final. Wonho y Honey eran los amigos más cercanos de Yuta. Casi podría decirse que se trataban como familia.

Quizás no estaba relacionado con él y era un asunto insignificante. Vamos. ¡Ni siquiera sabía cuál era el problema principal!

Sin embargo, mientras más pensaba más curioso se volvía. Y cuánto más curioso, más ansioso.

En lugar de informarle a Yuta, Mark, quien ya había recibido bastantes emociones para un solo día, enterró la cabeza en el sofá y cerró fuertemente los ojos... Cómo un hombre que había abandonado todo.

Así que, cuando respiró y se decidió a dejar que todos sus músculos se relajaran, sintió que estaba repentinamente exhausto.

Maldita sea.

Había sido arrastrado al medio del mar sin previo aviso... Y luego Yuta decidió follar por horas. Todavía estaba incómodo y no podía comer nada. Las extremidades las tenía resentidas, hinchadas y adoloridas. Se habían caído del sofá como si estuvieran hechos de madera... Además, aunque Nana casi hace que lo olvide, su cintura dolía bastante. Terriblemente.

Mark gimió un momento... Si realmente hacen eso una vez por semana, su cintura puede llegar a romperse de verdad.

—¿En qué estás pensando tanto?

Escuchó una voz, justo cuando estaba haciendo su mayor esfuerzo en tratar de olvidar el dolor en su espalda y trasero.

Mark abrió los ojos... Y allí estaba él.

Entró. Arrogante como siempre, con los brazos cruzados sobre el pecho. El maldito Yuta Nakamoto.

Esto ya era el colmo.

—Estaba dormitando...

Mark miró a Yuta y dijo la verdad.

El Alfa se acercó sin dudarlo. Se sentó junto a él y luego, sonrió... Sus ojos y sus labios no parecen ser tan fríos como lo son siempre.

Mark prefiere apartarse.

—¿Qué te pareció el regalo?

Solo entonces, el tema del "regalo de cumpleaños extravagante de su hijo" le viene de pronto a la mente y le hace recordar que estaba enojado. Mark tuvo que reprimir un gemido corto.

Estaba incómodo, tratando de pensar en una manera de ser claro sin herir sus sentimientos.

—Le gustó a Nana.

Mark murmuró esto de inmediato, sin saber cómo empezar exactamente.

—¡Por supuesto que sí! ¿Qué te dije? Es algo que les gusta a todos los niños.

Dear, Nana || YumarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora