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Se escuchó un sonido de un golpe y después el pesado cuerpo del hombre quedó pegado contra la pared.

Allí, bloqueando su cuello, la cuchilla afilada de Mark comenzó a presionarse todavía más en su piel...

El sujeto no pareció querer pelear contra él, tampoco hubo alguna especie de movimiento de defensa. Simplemente parecía tener la completa intención de rendirse así que levantó ambos brazos sobre su cabeza.

Mark está mirándole con una expresión endurecida.

—¿Cómo?

—Mi amor, si hubiera estado pensando en lastimarte, te habría disparado y aplastado contra el piso. Ya sabes cómo soy. Así que quítate y hablemos como las personas civilizadas que todavía somos.

Un hombre que parece tener más de cincuenta años, intenta apartar el brazo de Mark... el que sigue presionando firmemente su cuello. No lo parece, pero en realidad lo está haciendo con mucha fuerza. Su rostro ya se estaba volviendo de un tenue color azul. Mark quita la mano lentamente. Lo despega y da un paso hacia atrás mientras deja que el hombre tosa tanto como quiera.

Tenía un bigote largo, canas en todos lados.

—¿Ya pasaron cuatro años? Has cambiado mucho. Si te hubiera encontrado en la calle bajo cualquier otra circunstancia, hubiese sido difícil reconocerte.

Silencio.

—En fin... ¿Nos quedamos en el pasillo toda la noche? No me importa en realidad.

Mark, que había perdido la capacidad de hablar por un momento, se movió de mala gana y en silencio, sacó su llave nuevamente y abrió la puerta de entrada.

—Adelante.

El hombre se encoge de hombros y entra al departamento sin dudarlo. Parece bastante tranquilo...

Mark cierra la puerta mientras mira por el pasillo. A la derecha y después, a la izquierda.

—¿Qué haces?

El hombre de mediana edad está mirando todo lo que tiene alrededor. Va por el pasillo e inspecciona cada artículo y habitación como si estuviese buscando criminales. Mark había preguntado esto en un tono bastante habitual... Pero la verdad es que estaba lleno de una terrible ansiedad. El hombre se da vuelta lentamente, al mismo tiempo en que Mark levanta la vista.

—¿Qué haces? Eso es lo que quiero preguntar. ¡¿Qué carajo haces?! La última vez que nos vimos fue hace cuatro años y creí que habíamos llegado a un acuerdo sensato. Hice todo lo posible para ayudarte, estabas panzón y chiquito y recuerdo que te dije que tuvieras cuidado porque el mundo era una mierda. ¡Pero después de eso te desconectaste del puto sistema y me dejaste ahogado en ansiedad! ¡¿Sabes lo resentido que estoy?!

—... Lo siento.

Mark se disculpó sin poner ninguna excusa. El hombre chasqueó la lengua y se aventó a una silla de madera sin cojín. Mark también se sentó.

—Pensé que te habías ido al extranjero porque desapareciste como una cucaracha cuando prendes la luz. No dejaste rastro ni de ti ni de mi nieto...

—¿Nieto..?

—Cállate y escucha. Te busqué en Colorado, en todo el maldito suelo de la maldita América, también lo hice en San Diego. Nada.

Mark no hizo más que dirigirle una mirada afligida.

—¿Cómo me encontraste entonces?

Cuando Mark preguntó, metió la mano en el interior de su chaqueta y sacó algo de allí. Era un papel doblado, pequeño... luego, cuando lo abrió y lo empujó al frente de Mark, descubrió que era la impresión de una fotografía en tinta común sobre papel blanco. Como una foto de un paparazzi... era una fotografía en dónde también mostraba a Yuta.

Dear, Nana || YumarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora