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La calle fuera de la ventana estaba oscura y silenciosa. Era ya muy tarde por la noche...

Las diez en punto era el momento en que se iba.

Mark estaba listo para cerrar la tienda, que había sido aseada hasta cierto punto. Los locales en el centro de San Diego cierran todas juntas a las nueve. Los fines de semana, a las ocho y media, se apagan las luces, se cierran las puertas y entonces los suburbios quedan absolutamente solos.

Por supuesto, Mark, como todos los demás, generalmente cierra alrededor de las nueve en punto y regresa a casa...

Pero hoy está aquí ya que hubo bastantes contratiempos.

Tenía un sistema exacto, porque su trabajo no parece algo que encaje con su personalidad o manías... Y cuando finalmente revisó las cestas y las macetas que eran para una entrega de la mañana siguiente y vio que todo estaba en orden, finalmente consiguió su mochila. Se quitó el mandil y se estiró, haciendo los brazos todos para atrás y luego, lentamente hacia arriba...

El sonido del timbre en la puerta sonó excepcionalmente fuerte de inmediato.

Mark levantó los ojos al mismo tiempo que decía:

-¡Hemos cerrado! -pero los tres tipos fuertes de la entrada igual se apresuraron a llegar hasta él...

La voz tranquila del tendero fue enterrada por los sonidos de estos hombres ruidosos:

-Mira esto. ¿Quién diría que había un lugar abierto todavía?

El hombre que se acercó al mostrador, se estaba riendo de un modo bastante escandaloso. Mark trató de decirle otra vez, amablemente, que había cerrado la tienda y que ya era hora de que se marcharan... Pero esta vez fue enterrado en una conversación todavía más potente.

-¡Una maravilla de tienda! Pero seguro que no van a querer atenderte.

-No puede ser...

-Si que puede ser...

El hombre que entró primero, le había tendido la mano a los dos que lo seguían. Metió los dedos en los bolsillos de sus pantalones y luego, los volvió a extender para enseñarle a Mark lo que había conseguido. El olor a alcohol se profundiza todavía más porque, obviamente, están más que borrachos.

Mark se rascó la mejilla, curioso por lo que estaba pasando frente a él... El borracho principal, que había robado billetes de $100 de cada uno de sus acompañantes, luego los agitó frente a su cara y dijo:

-Tengo dinero, ¿ves? Así que quiero un ramo de flores porque había pensado que era una linda noche para darle esto a una linda chica. -el borracho sonrió y se acercó todavía más al mostrador de Mark. Tenía ambas manos recargadas.- Por favor, y muchas gracias.

Las caras de todos estos borrachos, que decidieron pararse bajo las luces brillantes de la tienda, se pueden ver de un solo vistazo. El cabello de este hombre está enredado pero es sorprendentemente de un rubio intenso. Sus ojos de u azul prusiano. Nariz alta, labios gruesos y sensuales. Era un tipo guapo que podría bien ser un actor de Hollywood... Y además, está esa altura abrumadora. Unos hombros fuertemente anchos y los músculos del antebrazo, que aparecen debajo de las mangas plegables, también son inusuales. Apelmazados y duros.

-Un ramo...

-Lo siento, pero el horario comercial ya pasó.

Mark, que estuvo observando su hermosa cara por un tiempo, informó claramente el horario de apertura y el de salida. Incluso les señaló su pequeño letrerito, justo a la derecha. El borracho inclina la cabeza como si estuviera intentando pensar...

Dear, Nana || YumarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora