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La pequeña tienda estaba llena de todo tipo de flores y árboles pequeños. La mayoría de las tiendas de flores tienen todo dispuesto en cubetas, pero la tienda de Mark es más bien algo inusual. Las macetas tienen tierra real, raíces, están dispuestas para plantarse y todas las flores que despacha en su mostrador han sido especialmente cultivadas por él.

De hecho, a Mark siempre le había gustado más tener árboles y macetas que flores cortadas...

La flor que está sin raíz, se encuentra al final de su vida por lo que solo espera marchitarse. No importa cuán firmemente embalado esté o que color de papel se utilice... Solo será por un momento y al segundo siguiente, se marchará. Por otro lado, las plantas en maceta significaban la vida misma.

Aunque eran plantas en una pequeña maceta y no en un gran patio, estaban vivas y crecían salvajemente. Abriendo sus pétalos cuando les tocaba. Agitándose.

Cuanto más verdes son las hojas, más brillantes florecen los capullos.

Es por eso, que Mark quería desesperadamente que su vida se pareciera más a una maceta que a un ramo feo... Aunque obviamente, dependía de la situación y de las personas que conociera a lo largo del camino. Porque ahora, no se sentía completamente vivo que digamos.

-Hola, florista Mark.

Mark dejó de moverse. Estaba afuera, arrodillado frente a una maceta de barro porque realmente quería aprovechar los primeros rayos del sol.

Solo fue capaz de ver el zapato de un hombre. Cuero limpio, brillante y sin nada de polvo. La mirada de Mark subió lento. Eran zapatos finos, pero las piernas estaban envueltas en jeans bastante casuales. Una camiseta blanca ajustada. Por fin, sus sentimientos embarazosos llegaron a su máximo apogeo cuando, sin querer, incluso reparó en su sonrisa.

Definitivamente era embarazoso, pero no creía que tuviera la suficiente confianza en sí mismo como para decir "Adiós" y correrlo de allí... Incluso piensa: «¿Cómo puede un hombre igual a él pasear por las calles de San Diego tan casualmente?»

Sin ganas de seguir pensando en eso, Mark sacudió la cabeza y extendió las manos para continuar levantando la planta.

-Estás aquí de nuevo, cliente.

La sonrisa del hombre se hizo más fuerte. Después de todo, había respondido positivamente al saludo que le lanzó.

El cabello dorado que fluía naturalmente sobre su frente, ondeaba también con ayuda del viento... Era literalmente, un hombre hermoso.

-¿Entonces te acuerdas de mí?

-Eres muy guapo. Claro que me acuerdo.

-Wow, no sabía que iba a escuchar un cumplido así de un florista como tú.

El hombre fue exagerado al momento de levantar las manos y también, lo fue bastante para demostrar que se sentía alegre... No estaba seguro de cómo había pasado, pero cuando Mark se levantó y agarró su delantal, terminó por conducirlo al interior de su tienda.

El otro hombre no estaba allí ahora, Wonho. El que se paraba erguido como un oso pardo listo para darle una bofetada con su pata. En cambio, un tipo más viejo se inclinó ante él y luego, sin decir nada, lo siguió.

-¿Qué está buscando hoy?

Solo le tomó un momento volver al mostrador... Pero de inmediato la sensación de un frío ardiente se transmitió con rapidez desde el costado de su cabeza. Un sonido de hierro y metal, un "clic" a regañadientes, evitando levantar las manos o hacer algún tipo de movimiento brusco, Mark volvió los ojos hacia el hombre: una Colt gold cup 45 estaba en manos del cliente hermoso. Había también, una sonrisa brillante de dientes perfectos.

Dear, Nana || YumarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora