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Tienda de flores

"Querido Nana..."

Escribir el inicio de la tarjeta era sencillo, continuarlo era un asunto completamente diferente.

Se supone que, si sigue pensando, con el bolígrafo apretando el papel, entonces eventualmente sucederá algo y escribirá sus más honestos pensamientos.

A veces es difícil expresar a la perfección lo que uno siente.

En primer lugar, en el momento en que escribió el nombre: "Nana", la imagen de su rostro le llegó a la cabeza y su corazón se sintió completamente lleno.

-Te extraño...

Mark murmuró esto en voz baja, con ambas manos en la frente y los ojos cerrados. La tarjeta estaba en blanco y tal vez iba a quedarse así por bastante tiempo más.

-¿Qué pasa? ¿Quieres verme tan desesperadamente? ¿Pensaste en mí?

De repente, un tono juguetón sonó sobre su cabeza. Mark se inclinó hacia el mostrador y se levantó con la frente en alto... No había aparecido ningún sonido, ni una señal. Pero justo en el marco de la puerta, un hombre de un rubio cegador estaba parado bastante firmemente. Saludando.

Sintió un escalofrío terrible por el hecho de que un tipo con tal físico apareciera sin que lo hubiera podido percibir.

¿Qué pasó?

¿Estaba tan triste que ni siquiera escuchó el sonido de la maldita campana tambaleándose en la entrada?

Miró de nuevo. La puerta estaba abierta de par en par...

Si la puerta está cerrada parece que la tienda está cerrada también. Generalmente deja todo abierto durante algunas horas al día por lo que era absolutamente obvio que el timbre no iba a sonar.

Mark había olvidado esto y ahora no había podido prepararse para la enorme presencia que representaba Yuta Nakamoto, quién caminaba hasta el mostrador con las manos metidas en los bolsillos del pantalón.

Al darse cuenta de que su mirada descansaba en la tarjeta que estaba llenando, Mark la colocó en su cajón y preguntó:

-¿Cómo puedo ayudarte hoy?

Mark, como a otras muchas personas, de pronto le soltó una sonrisa amplia y bastante agradable. No fue intencional, es solo que ahora estaba escribiendo una tarjeta pensando en Nana y no pudo evitar sentir un oleaje dentro de su pecho que le llenó de una infinita sensación de paz y a la vez, de algo parecido a la euforia. Como opina que muy seguramente va a notar que no es el mismo de siempre, en lugar de vigilar a Yuta, mira a Honey. Parece tener más de cuarenta años, serio, muy alto, y ahora estaba sentado cómodamente en la silla para los clientes mientras miraba la pantalla de su teléfono celular...

No lo parece, pero es claro que se está enfocando en todo lo que está pasando a su alrededor.

-Las cartas se siguen acumulando en tu escritorio. ¿No las estás terminando correctamente?

La pregunta llamó la atención de Honey. Mark negó, porque finalmente había decidido enfrentarse a Yuta con todo ese tema de las tarjetas... Cerró el cajón con la punta de los dedos para emitir un sonido que pudiera tomarse como agresivo.

-Por supuesto que lo estoy llenando bien.

-¿Sí? Porque solo he visto la frase: "Querido Nana" un millón de veces. Tengo curiosidad por el contenido inexistente.

Yuta se encogió de hombros como si fuera un asunto bastante trivial... pero Mark no parecía cómodo con eso.

Antes quería, pero ya pasaron dos semanas desde que espera que ese hombre deje de caminar tan libremente por el centro de San Diego. Era difícil verlo a la cara y, de todos modos, Yuta entraba y salía de la tienda como si fuera su segunda casa. Compraba ramos a precios altos, hablaba y criticaba el embalaje tan desordenado, aunque de todos modos se llevaba el ramo. Decía: «Practica un poco más. Practica para ser mejor».

Dear, Nana || YumarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora