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Desde que (T/N) fue consciente de que tenía una gran desempeño en alguna actividad recibía atención, empezó a tener el tipo de aburrimiento de querer hacer algo más que respirar, más que solo existir, de desear sentir una fibra de emoción que haga latir su corazón necesitado de adrenalina.

Aún era muy temprano, madrugada, y ya con el uniforme puesto, caminó directo a su cajón de recuerdos nostálgicos, abriéndolo solo para ver su colección de uniformes, medallas, certificados y otros premios de variados deportes y actividades que había realizado desde que empezó a caminar.

Muchos de ellos, recuerdos borrosos con caras borrosas de sus compañeros y entrenadores, recuerdos felices que se disiparon en los años de estrés y distracción, y otros recuerdos desagradables que alimentaban a su miedo de no ser suficiente.

Porque aunque el resultado de su clasificatoria en la academia decía que poseía "Inteligente Corporal Cinestésica", una capacidad para lograr un gran desempeño físico, en donde cuerpo y mente se unen, ella no se sentía de la misma forma que ese título decorado.
Y jamás se sintió con el derecho a llamarse a sí misma atleta o deportista o cualquiera de esos nombres, ya que todo había iniciado por su necesidad de ser algo.

Sus padres, ambos, trabajaban mucho, y para no dejarla abandonada en casa o pagar una niñera, tomaron la decisión de meterla en diferentes actividades extras además de la escuela. Y todo su trayecto inició de esa forma.

Si ella se desenvolvía brillantemente entonces recibía halagos, sus padres la felicitaban y se sentían orgullosos, la gente le aplaudía y se sentía amada. Sentía que existía.
Pero la vida sería más significativa con una ambición, y ella no tenía una.

Por mucho que fuera resaltante en algo, el sentimiento de vacío seguía allí. Y se sentía aún peor cuando, por culpa de su constante busqueda de demostrar que existía, terminaba causando un mal al otro. Ella no quería quitarle el escenario a los demás, pero quería ser parte de algo grande que la pusiera también en el reflector a recibir la anhelada atención que perseguía.

Sus pensamientos era una maraña en su cabeza, y no se podía desenredar.

Podían hacer lo que quisiera, no a la perfección esperada, ya que su pasión no era el deporte, pero por supuesto, los profesores y entrenadores con los que cruzó camino la querían hacer la estrella en sus disciplinas. Estrellato que ella no quería.

La atención era buena, hasta que se convertía en algo peligroso, y ahora que conocía el sabor del vacío, el borde del abismo era frágil en su camino. Sintiendo que en cualquier momento, con una falla, iba a ser desechada y olvidada.

Por eso ella consideraba que todo se debía a la suerte.

Suerte, porque ella tuvo la fortuna para mantenerse en ese mundo y con esa calidad de habilidades, ya que de seguro existían personas con cualidades reales y perfectas que no podían acceder a las oportunidades que ella tenía.

« Turquoise » [Itoshi Rin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora