« Turquoise » [Itoshi Rin]

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Intriga.

Para Rin, la mente humana era fácil de comprender y controlar. De la misma forma en que predecía lo que podría pasar o controlaba las cosas en un juego a su gusto. Calmado y calculador. Entre otros adjetivos que lo elevaban al punto más alto de la cadena alimenticia (su perspectiva de la vida era una batalla).

Pero (T/A) (T/N) estaba fuera de sus manos, y eso se había vuelto demasiado evidente además de lo ruidosa de su presencia. Era como un punto brillante que cegaba la visión, naturalmente, aunque fuera molesto, a veces la gente mira hacia el sol o en busca de algun rayo de luz que lo estuviera molestando en los ojos.

Y eso era ella para él. Comenzó a comprenderlo.

Incluso a pesar de lo mucho que odies el sol, te cubras de él y huyas de la luz, siempre estará ahí, incluso en los días nublados, incluso durante los inviernos más helados. Y él estaba congelado en ese invierno, luchando en silencio contra su propio dolor y frustración lo perseguía, desafiando todas sus percepciones preconcebidas ante la influencia del antiguo sol que había desaparecido de su órbita.

Su mente volvía una y otra vez a la noche anterior, a las palabras que resonaban en su cabeza. No podía entender cómo alguien tan frágil y torpe podía haberle causado tanto tormento emocional. Y frágil no era realmente lo que la definía, era un misterio para Rin la manera en que (T/N) funcionaba, incapaz de analizarla a profundidad de la misma manera en que lo hacía con los demás y descubría detalles en menos de un día.

Fue así cuando Sae se fue y supo que ninguno de sus compañeros de equipo funcionaban para sus estrategias (y tuvo que cumplir dos papeles a la vez), fue así con Isagi Yoichi al descubrir el amenazante potencial, lo mismo con Nanase, notando su calidad ambidiestra y adaptabilidad para ser su herramienta. Podría citar las cosas que había descubrido de todos aquellos que pasaron bajo el escrutinio de sus ojos de búho.

Y luego estaba (T/A) (T/N).

Ella había regresado solo para la última clase del día, la cual se daba en el salón de arte. Estando dentro de su campo de visión de nuevo y haciéndose sentado al otro lado de la ronda de caballetes con hojas de dibujo junto con sus demás amigos, parecía más despierta y animada que durante toda la mañana, aunque seguía luciendo cansada.

Sabía cosas de ella, pero no las cosas que él solía descubrir de otros. Lo que sabía de ella eran detalles banales que ocupaban un innecesario espacio en su cabeza. Nada sobre estratégias y características físicas útiles.

No parecía de las personas que sintiera vergüenza, ya que solía lucir segura de cada una de sus palabras y avances, a comparación de otras personas que se guardaban todo. Pero la escena que se armó en las escaleras le hizo descubrir que si algo la tomaba por sorpresa, su fachada se derrumbaba por completo (casi como él mismo cuando algo lo sacaba de sus casillas).

Ella odiaba el verano por completo, casi tanto como él, y si fuera por ella, andaría en una camisa de tirantes para sentirse fresca, por lo que verla cubierta de pies a cabeza era irregular. Si era por cubrir sus heridas y moretones, no comprendía cual era el problema de que fueran visibles. Tal vez se avergonzaba de ellas, o hubiera algún taboo entre las chicas sobre ese tipo de imperfecciones en la piel.