Carta a Lucifer XVIII

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Querido Lucifer:

Desde esa noche no hacía podido dormir tranquilo, por primeras vez durante toda mi existencia. Me había arrepentido de involucrar a seres inocentes, muy en el fondo agradecía a quien fuera. Por no arrebatarme a lo poco que puedo aferrarme en todo el palacio, Ofelia había sobrevivido. Y como la primera vez, cuido de mí. Se hacía cargo de mis heridas, aún si ella necesitará mucha más ayuda que yo.

Simplemente se hizo a un lado para atenderme, aún si ella tenía moretones o contusiones graves en todo el cuerpo, su lealtad era algo poco común para un simple imp. Y estaba sumamente agradecido por eso y me deprimía la inutilidad de no poder hacer algo para ayudarla.

Hasta ahora el simple hecho de alimentarme por mi cuenta se había vuelto imposible, mi regeneración habitual inhibida. Junto a todo ese poder con el que se me hizo una vez conocedor.

Me tomó meses recuperarme de las quemaduras esparcidas por todo mí cuerpo y recuperar la movilidad de ambos brazos, fue el tiempo suficiente. Para que solo te limitaras a rondar la habitación cuando estabas de un humor particular y desagradable. Dónde te dedicaste a tratarme con la punta de tu bota, a mi y a Ofelia. No habías mostrado pizcas de arrepentimiento.

¿Entonces todo es así ahora?...

Me hice con el tiempo suficiente, con el que pude pensar más claramente la situación, lo pensé muy bien. Tenia tanto miedo de decirte y que todo acabará mal para mí, que decidieras acabar con mi tormento.

Y es era imposible no temer a estás alturas, Lucifer.

Y aunque aún tenga esperanza de que cambies, de que me ames como yo a tí. Sentía morir al estar todo el tiempo rodeado por estás cuatro paredes. La jaula de oro en la que permanecía cautivó, en la espera de no provocar tu irá.

Acostado en la cama, sin mucha energía para levantarme. Apenas había podido recargar la cabeza en el respaldo, observando a Ofelia barrer los pedazos de espejo que quedaron esparcidos por el suelo por uno de tus tantos arranques de ira.

Y es que esto ya no podía seguir así, con sumo cuidado lleve mí mano a la parte quemada de mi rostro, aún cubierto por algunos parches y vendaje. Asustado por sentir tu energía cerca y desbordante, entraste a la fuerza como ya era tu costumbre.

Me prepare para una más de tus perotas, pero. Grande fue mí sorpresa al verte caer de rodillas al borde de la cama. Tomando fuertemente mi mano, lloraste profundamente, con dolor, con arrepentimiento. Me pediste perdón, una y mil veces. Me dijiste que fue un error, que ibas a cambiar. Que jamás dejarías que tu irá me lastime de nuevo.

Y quería creerte, Lucifer...

Pero debía decirte, tenía que ser fuerte. Al menos para afrontar la tormenta que se avecina, miré por unos instantes a Ofelia, una súplica silenciosa a que saliera. No quería involucrarla más de lo que ya lo estaba, acató la orden con algo de resistencia. Nos dejó solos.

Tenía tanto miedo, pero no tenía otro opción ahora.

—¡¿Que quieres qué?!. ¡Maldita sea! ¡Me has hecho perder el tiempo contigo! ¡Mi valioso tiempo! ¡Eres una maldita escoria!.... No, tú... ¡Y pensar que juras amarme! ¡Eres una pequeña mierda traidora!.

Tus gritos furiosos solo causaron que Ofelia intentará entrar a la habitación, pero en algún momento la trabaste para que no pudiera entrar. No pude alejarme, me tomaste con brusquedad de la mandíbula con tus garras, atravesando la piel. Pequeños hilos de sangre escurrieron hasta caer en mí camisa, rasgaste el parche de mi mejilla. Penetrando en la quemadura de hace meses.

El terror recorrió mi cuerpo, paralizado. Intenté hablar, perso solo recibí una fuerte bofetada que logró voltear mi cabeza con rudeza. Solo pude murmurar un: Perdóname. Pero solo conseguí enojarte aún más, de alguna forma apagué mí mente en cuanto arrancaste parte de la pijama. La estática había dejado en blanco cualquier pensamiento y encontrado la manera de bloquear mi vista.

Ya no luche, no grite, no llore. Solo deje que me hicieras y deshicieras a tu antojo. Despertando una vez que tomaste tu abrigo, y chaqueta, te fuiste no sin antes mirarme con desprecio.

Solo así el dolor regreso, llorando abundantemente, con decepción, con rabia. Temblando por mi inutilidad, las sábanas hechas trizas bajo mis mano.

Aún no comprendo, porque no puedo dejar de amarte.

-Alastor T.R.D-

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•Notas del autor privado de sueño y con la percepción de la realidad bien alterada:

•no vamos ni a la mitad aHhHhHh. Mi cerebro está muriendo poco a poco, realmente la falta de sueño me está afectando demaciado.

•Bueno banda, no olviden apoyar está re-escritura votando y dejando sus comentarios. Sin más que decir, los quiero mucho y chao.

Atte: Mr. Radio Demon

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