Carta a Lucifer XX

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Querido Lucifer:

Dos semanas fue lo que nos tomó planificar el escape, desde las fugas en los sellos hasta el transporte a algún lugar lejos del palacio. Ofelia fue la encargada de empacar mis pocas pertenencias, para llevarlas a escondidas por anticipado. También las suyas propias, aunque sus pertenencias sean más escasas que las mías.

Tuve que adelantar la huida, al saber de tu inminente llegada al anochecer. Sabía que querrías verme, aunque para ese entonces yo me encontraría en algún lugar del anillo del orgullo, escabullirme por los pasillos, de los guardias y correr a duras penas por el bosque negro, ya había agotado mis escasas energías. Así que, al final. Al cruzar el muro y salir por fin, ayudado por Ofelia. No dude en caer en el asiento tracero del auto.

Por fin pude respirar tranquilo, Husk arranco y a toda marcha recorríamos las carreras del orgullo, durante en camino. Mimzy me extendió un frasco con una sustancia extraña, como un ungüento bebible. Según ella, mi ahora poca presencia pasaría a ser inexistente, como la de un pecador cualquiera.

Siendo más fácil ocultarme entre tantas almas insípidas y efímeras . La seguridad que me brindaba estar rodeado de caras conocidas y de fiar, hicieron que la pesada bruma del sueño se instalará sobre mi maltratado cuerpo. En algún punto del viaje me quedé dormido.

Entre ratos despertaba, solo para darme una idea de lo lejos que ahora estábamos de la ciudad, siendo solo pequeñas luces destellantes a lo lejos.

Volví a despertar cuando llegamos a nuestro destino, una casona vieja, rodeada de pantano. Con fauna y bosque muertos. El hedor nauseabundo me era muy familiar, me recordaba un poco a mi tiempo en vida.

Bajé del auto con la ayuda de Ofelia y mi cetro, caminando con cuidado había la entrada de la casona, Husk se encargó del poco equipaje y Mimzy de las provisiones.

Una vez dentro, los mencionados y yo, nos pusimos bastante al corriente de lo que había sucedido durante ese tiempo. Husk mencionado algunos asuntos del hotel y mí repentina desaparición. El tema de algún modo había amargado la charla, así que cambiar de tema rápidamente fue la mejor opción. Tampoco se tocó el tema de mi matrimonio contigo.

Ofelia cambio algunos vendajes, aplicó cremas en los hematomas y cortes aún recientes mís brazos.

Preparó la cena y el resto de la noche paso con relativa normalidad, tenía ese temblor en las manos que parecía ser parte de mí ahora. Temía tanto a que echarás en falta mi ausencia y atravesaras esa puerta.

Para arrastrarme por toda la ciudad para encerrarme nuevamente en el palacio.

-¿Quieres que me quedé?

Preguntó Husk, Mimzy también se ofreció. Y yo me negué, les asegure que estaría bien. Que no debían preocuparse más por mí y que en todo caso, Ofelia estaba conmigo y que me ayudaría en lo que no pudiera hacer por mi cuenta.

Los convencí de que solo necesitaba reponer fuerzas, igualmente Husk prometió pasarse de vez en cuando a verme. Y Mimzy dejo su número en caso de que necesite algo o alguna emergencia.

La casona era bastante grande, la explore un poco. Descubriendo una pequeña biblioteca y sala de música, habitaciones extra. El sonato, eché un vistazo al patio tracero y luego me dirigí a lo que intuía era la habitación principal.

Ofelia se encargó de sacudir algunos muebles y preparó la cama, para al fin acostarme y hacerme ovillo. Relajando cada músculo de mí cuerpo, bajando la guardia al sentir una especie de seguridad y conford en las sábanas. Finalmente dormí como hace tiempo no lo hacía.

¿Por que tuvimos que llegar a este extremo, Lucifer?

-Alastor T.R.D-


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•Notas del autor privado de sueño y con la percepción de la realidad bien alterada:

•Y aquí es donde digo, que al menos ya vamos entrando a la mitad de la historia. Igualmente, el admi no tiene ganas de seguir despierto. Así que, acá está. Cuidense mucho, tomen awita y chao.

Atte: Mr. Radio Demon

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