Carta a Lucifer XIX

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Querido Lucifer:

Después de haber dormido unas cuantas horas, luego de lo que sucedió y al cuidado de Ofelia. Me levanté con dolores horribles por todo el cuerpo, era de esperarse luego de tu desquité ayer por la noche. Caminar hasta el baño no fue nada sencillo, cada paso que daba era sumamente doloroso. Cómo pequeñas agujas pinchando las plantas de mis pies.

Ya no sabía a quién acudir por ayuda, no quería involucrar a nadie y después del incidente con las notas... Mirarme al espejo se había vuelto imposible, la mitad del rostro quemado, igualmente tenía mechones de cabello chamuscados y la mayoría ahora era más largo de lo que estaba acostumbrado. Las pesadas bolsas debajo de los ojos y una mueca de dolor en lugar de una sonrisa.

No sentía que fuera yo, era como ver a alguien desconocido al espejo. Tuve que pedir ayuda a Ofelia para cortar el cabello, sobretodo los mechones quemados. Regresando a ese viejo corte que no había lucido en años.

Durante el proceso, pensé en tu negativa al divorcio. Volviendo a jugar con la serpiente anillo, no quedaba otra opción más que huir. Esconderme de tí aunque la idea sea absurda, no había lugar en los nueve anillos infernales, que pudiera esconderme de tu irá.

Pensé en un pequeño puñado de personas que podían ayudarme, si tan solo pudiera...

Luego de terminado el corte, me levanté bruscamente. Ofelia retrocedió asustada, debía temer a qué algo me hubiera pasado. Apoyado en la pared salí del baño de la habitación, para tomar el papel servilleta y buscar algo con que escribir.

Lo más rápido posible, lo más urgente. Tome el papel una vez terminado, para dejarlo en manos de Ofelia. Le di las indicaciones correspondientes y sin más tuvo que escabullirse de los guardias para poder salir a cumplir mi encargó.

Solo por si esté pequeño plan no funcionaba, recordé inmediato el viejo teléfono del palacio. Sin más, tuve que buscar a las prisas alguna forma de salir sin romper los sellos de seguridad en la habitación. Está vez siendo mucho más complicado desde la última vez.

Una vez fuera, busque el teléfono y marque con temor un número que conocía de memoria.

El silencio en la línea era una eterna espera, finalmente contestó. Un saludo efusivo fue lo que recibí al escuchar mi voz, hace tanto que no nos veíamos. Y entonces le pedí entre lágrimas, un favor de tamaño enorme por el riego que implicaba. Que me ayudará a salir de este infierno.

Volteaba constantemente para todos lados, revisando los pasillos y con el sentido auditivo agudo ante cualquier señal de alguien cerca. Asegurando que ningún sirviente llegará a escucharme, apenas y podía sostener correctamente el teléfono por el temblor de mis manos, por el terror que me generaba la situación.

Me hizo recordar mi niñez, cuando calmaba a mi madre de uno de esos ataques de pánico que tenía, cada vez que escuchaba la puerta abrirse. Todo por culpa de ese hombre.

Ah, mí chica espectáculo...

Ella no lo dudo ni un momento, estaba dispuesta a ayudarme. Aunque, al escucharme llorar extrañamente pidió una explicación, no pude responder.

Una vez terminada la llamada, volví a la habitación sin ser visto. Me acosté en la cama de nuevo, secando las lágrimas desbordantes en mi ojos con un pañuelo.

Ni siquiera me tomé la molestia de maquillar los moretones y marcas más recientes, así como de intentar disimular el selló Magne en mi cuello. Solo esperé pacientemente.

En algún momento debí quedarme dormido, despertando repentinamente por unos toques a la ventana, levantarme fue complicado. Luego de una caída vergonzosa, me tire a la ventana para abrirla. Ofelia fue la primera en entrar, pasmado la mire.

Eche un vistazo más hacia afuera, una cola emplumada familiar hizo su aparición poco después. Entrando con sumo sigilo.

-Te vez como la mierda...

Su comentario si bien no fue esperado, o mínimamente educado. Hizo que una carcajada brotará desde lo más profundo de mi ser, Husk tenía tanta razón al referirse a mi apariencia física actual.

La conversación giro en torno a necesitar un par de garras para escapar del palacio, no sé mencionó nada sobre mi aspecto o heridas. Era como si no las hubiera visto o simplemente las ignoraba, de igual manera lo agradecía. No sabría que responder si llegaste a preguntar.

Ofelia había servido la cena y de paso, se aseguró que ningún diablillo de la servidumbre se acercará a la habitación. Tenía el tiempo contado para irme antes de que regresarás de tu visita al anillo de la pereza.

No podía darme el lujo de fallar, Lucifer. No ahora...

-Alastor T.R.D-


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•Notas del autor privado de sueño y con la percepción de la realidad bien alterada:

•No hay notas, solo unas inmensas ganas de dormir todo el mes aHhHhHh... Cuidense mucho, tomen awita y chao.

Atte: Mr. Radio Demon

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