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// Capítulo 1 //

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Cada integrante de la agencia o de la Port Mafia se encontraba haciendo sus cosas diarias, tranquilamente, sin ninguna interrupción. Bueno, por el momento.

Dazai se hallaba en la agencia, sin hacer nada muy importante, Atsushi ayudaba en un caso, recopilando información, mientras que Kenji y Kyouka paseaban por un bosque, ya que tenían el día libre.

Por otra banda, en la Port Mafia las cosas seguían igual de tranquilas. Chuuya participaba en una misión, Akutagawa estaba sin hacer nada, pensando en si ir a entrenar su poder o seguir ahí, Elise estaba con Mori, probándose vestidos y Yumeno paseaba por la calle.

No fue hasta que aparecieron todos en un bosque desconocido, con una cabaña al frente, cuando se perturbó la paz. Todos se veían muy confundidos, mirándose entre ellos demasiado extrañados.

—¿¡Qué demonios hace aquí este maldito enano!? — exclamó el castaño, al ver al chico pelirrojo de baja estatura.

—Lo mismo pregunto yo, ¡desperdicio de vendajes! — gritó con rabia el mencionado anteriormente.

Se dedicaron una mirada de odio, mientras que los demás niños se miraban entre ellos, confundidos. Kyouka se sentó en el suelo y abrazó sus piernas, que estaban cubiertas por su kimono, mientras esperaba que la confusión se calmase. Kenji miraba a su alrededor algo fascinado, con un leve brillo en sus ojos, aunque él tampoco entendía el por qué se hallaban ahí y como habían llegado. Solo recordaba estar caminando y, de un momento al otro, haber llegado a ese sitio. Atsushi retrocedió unos pasos, mientras pensaba en cómo habían podido llegar ahí. No se le ocurría ninguna explicación lógica, a menos que eso fuese un sueño. Elise miraba de izquierda a derecha repetidas veces, moviendo la cabeza, esperando ver a Mori por ahí, el cual no encontraba. Yumeno, por su parte, se limitaba a estar callado, abrazando su muñeco.

Mientras Atsushi andaba distraído, algo lo agarró e inmovilizó. Atsushi intentó zafarse, forcejando, pero no podía librarse del Rashōmon de Akutagawa, el cual lo agarraba con furia.

—¡Akutagawa suéltame! — el albino estaba a punto de usar su poder para liberarse, cuando se oyó una voz que dejó congelados a todos.

—Dejad de pelear. — sonaba metalizada, robótica, y no se sabía de donde procedía. Todos se miraron entre ellos, esperando que solo fuese alguien haciendo una broma de mal gusto. Por su desgracia, no fue así. — Me debería presentar, ¿no? Bueno, soy el que os ha encerrado aquí, gracias a mi poder sobrenatural. Ahora deberéis convivir en aquella casa que hay durante... no lo sé, varios meses. Y nada de intentar matar a alguien. Os estaré vigilando.

Terminó de hablar y Akutagawa soltó al albino, mientras le lanzaba una mirada cargada de odio.

—No me lo creo... ¿¡tendré que pasar "varios meses" al lado de este!? — el pelirrojo señaló a Osamu, el cual no lucía muy preocupado por eso. Parecía, más bien dicho, distraído o confundido por lo que reciente sucedía —. Además, tendremos que hacer de niñeros de estos mocosos... genial — añadió lo último con sarcasmo, mientras soltaba un leve suspiro. La idea de tener que cuidar a una panda de mocosos no entusiasmaba a ninguno de los dos mayores, mucho menos a Dazai, el cual no podía ni con su propia vida y ya tenía que andar cuidando a 6 más.

Los menores eran los que estaban más calmados en esa situación. Yumeno estaba en un lado, algo apartado de todo eso, mientras jugaba con su pequeño muñeco, así no se sentía tan solo. Por otra banda, Elise buscaba con la mirada a Mori, para ver si por casualidad también estaba por ahí.

Vacaciones - Bungou Stray DogsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora