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//                              Capítulo 15                              //

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A Chuuya le hubiera encantado decir que no se entretuvieron demasiado comiendo, pero sería la mayor mentira jamás pronunciada.

Por lo menos, tardaron una hora en terminar su bocadillo, además de que los más pequeños se pusieron a jugar con la comida. El pelirrojo, al haber dimitido de cuidarlos, se limitó a observar como montaban un gran jaleo.

Fue Dazai quien tuvo que entrar en acción y adentrarse dentro de la guerra de comida. Un impulso le insistía en unirse a los críos, pero su otra parte decía que era una mala idea.

Al notar la mirada de Nakahara fija en él, se dio cuenta de que no tenía otra opción que detenerlos. Suspiró y comenzó a reñirles, pero parecía que estos no estaban dispuestos a parar.

Tardó un buen rato en detenerlos, pero al final lo logró y siguieron con su excursión.

Los dos adultos tenían esperanzas de que los menores se comportasen, pero no fue así. Estaban tan cansados que a penas podías caminar, y no dejaban de atrasarse en todo momento.

—Suficiente. — el pelirrojo no quería llegar a ese punto tan pronto, pero absolutamente nada salió como esperaba.

Atsushi y Akutagawa iban a la suya, perdidos en su amor adolescente e ignoraban a los dos mayores. Dazai de vez en cuando desaparecía entre los arbustos con la excusa de tener que ir a buscar alguien con quien cometer un suicidio doble, sabiendo que están completamente solos ahí, dejando a Chuuya con los críos, solo. Aya no llevaba nada con ellos, pero ya tenía la confianza suficiente como para desobedecerlos y unirse al grupo de quejas. Se lo esperaba de Yumeno y Elise, pero creía que la gente de la Agencia sería algo más calmada y obediente.

Al oír la voz de Chuuya, algunos –todos–, se dedicaron a ignorarle y seguir a la suya. Eso tan sólo enfureció más al de ojos azules, quien ya echaba humo por las orejas y apretaba con fuerzas su puño.

—Está bien, pues nos vamos. ¿No es lo que quieren? No vuelvo a organizar ninguna actividad más.

Después de pronunciar eso, el pelirrojo comenzó a caminar de vuelta a la cabaña que compartían, haciendo que los presentes se queden observándolo en silencio.

—Ya voy yo. — El castaño suspiró, mientras comenzaba a caminar detrás de Chuuya. — Atsushi, Akutagawa, id llevando a los críos hacia casa. Nos vemos ahí.

Hizo un gesto de despedida con la mano y aumentó su ritmo para alcanzar al menor.

Este echaba humo por las orejas, los niños habían agotado su paciencia y ahora mismo iba a darle un buen puñetazo a cualquier persona que se le acercase a hablar. Aún más si aquella persona es tu ex-compañero de la mafia.

—¿Y ahora qué? — Trató de controlarse, pero era palpable el enojo y la irritación en su tono de voz.

—Oh, vamos. No te enojes.

—¿Qué no me enoje? He tenido que planear una maldita excursión solo porque tú querías hacer algo nuevo, para que después nadie estuviera dispuesto a caminar o hacer nada. Oh, ¡pero no pasa nada! Me ha sentando genial. — Gritó, lo último con sarcasmo.

Dazai suspiró, posando sus ojos sobre el contrario. Este también subía su vista para olvidarlo.

—¿Te sentirás mejor si regresamos a casa y hacemos una ronda de disculpas? — Pasó su brazo por el hombro de Chuuya.

Como respuesta, este tan sólo gruñó y se encogió de hombros. Osamu lo tomó como afirmación y, aún con su brazo por los hombros de Chuuya, comenzaron a caminar de vuelta a casa.

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Por otra banda, Atsushi y Akutagawa tenían que cuidar a cinco críos y llevarlos de nuevo a la cabaña. El albino se estaba comenzando a desesperar, pues nadie obedecía e iban a la suya. Justamente ahora, no parecían dispuestos a querer volver.

—Chicos... ¡Kenji, eso no se come! ¡Elise, deja de tirarle de los pelos a Q! ¡Aya, no me lances piedras! ¡Kyouka, deja de intentar pescar un pez! — Cada que les negaba hacer algo, los niños volvían a ir a por otra cosa que no debían hacer.

Atsushi suspiró, mientras observaba el caos que hacían los niños. "Ojalá estuviera aquí Chuuya, es el único que sabe cómo calmarlos", pensó.

—Ya basta. — Sentenció el otro adolescente, posándose a un lado del agente. — Chuuya se va a enojar muchísimo con ustedes, más aún de lo que ya está por nuestra culpa, si no nos obedecen. Así que ya mismo están recogiendo y siguiéndonos camino a casa. ¿Entendido?

En un inicio, los niños tenían previsto ignorarlo, pero la mirada fría que les dedicó fue suficiente como para que cambiasen de idea e hicieran una fila India detrás del azabache.

—Muchas gracias, Ryunosuke. — Atsushi le sonrió al mayor.

—No es nada. Tienes que aprender a controlarlos.

El agente asintió con la cabeza y entonces partieron camino de vuelta a casa.

Durante el camino, los niños se comportaron algo mejor que en la ida, pero aún así se quejaban constantemente de que estaban cansados y que querían llegar ya.

En un par de horas, las 9 personas ya se hallaban en casa, descansando y cada quien a la suya. Chuuya ya se encontraba más calmado, pero estaba decepcionado de que su plan de excursión no hubiera salido como este esperaba.

Por su parte, Atsushi se fue a ver películas en el comedor junto con Dazai, así que Akutagawa aprovechó ese momento en el que el agente estaba distraído para ir a hablar con los niños.

Estos habían montando una pequeña "paradita" en la sala de juegos. Aya y Elise eran las encargadas de atender a la gente, mientras que Yumeno y Kenji coloreaban el cartelito con el nombre de la "paradita". Kyouka se dedicó a poner sillas para que el mafioso pudiera tomar asiento.

Una vez finalizado el letrero, lo colocó sobre la mesa, pudiéndose leer: "Consultorio para consejos de amor".

Akutagawa tomó asiento frente a las dos niñas, mientras que los demás críos se sentaban alrededor a escuchar.

—¿Y bien? — Preguntó la rubia.

—¿Qué te trae por aquí? — Prosiguió Aya.

Ryunosuke tomó aire mientras pensaba en lo que iba a hacer. ¿De verdad les pediría consejos de amor a unos mocosos de 10-14 años? Era bastante ridículo, pero no veía por qué no intentarlo.

—Quiero pedirle salir a Atsushi, pero no tengo ni idea de cómo hacerlo.

Elise apoyó sus codos en la mesa, mientras observaba al hombre en frente suyo.

—Solo dile: "¿Quieres ser mi novio?", y si dice que no, lo secue-

—¡Elise, así no! — La castaña proporcionó un golpe suave en la cabeza a su compañera. — Yo creía que ha eran pareja, están muy unidos.

—Se podría decir que nos besamos y hacemos las cosas que hacen los novios, pero no estamos saliendo oficialmente.

—Eso no tiene nada de sentido. — Elise parecía confundida.

—¡Perfecto! Eso es un inicio. Entonces la confesión debería ser algo especial, ¿y si van a un sitio especial para ambos y ahí le declaras tu amor? Es obvio que va a decirte que sí.

—No es una mala idea.

Akutagawa pareció pensarlo un rato, pero al final terminó accediendo a la sugerencia de Aya.

Finalmente, se levantó y comenzó a pensar cual sería el lugar ideal para pedirle salir al agente.

Vacaciones - Bungou Stray DogsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora