Capítulo 57: La maldición de gusano.

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Santuario - Filadelfia (Pensilvania, EE. UU.).

Los chicos están muy concentrados comiendo el almuerzo, que consiste en una lasaña que preparó Cederic, la cual está exquisita; todos degustan el plato, e incluso repiten porciones. Los guías ven cómo Mizu, Ronald, Eidan, Rai, Lenalee y Lance comen con muchas ganas. Tommo literalmente está inflado de tanto comer, que apenas puede caminar.

Niall: A ese grupo sale mejor vestirlos que darles comida. Cómo es posible que salí de compras la semana pasada y ahora no haya nada, de verdad estos comen como un ejército de leones —se queja mientras ve que la despensa está vacía.

Nahiara: Es más que todo por el tipo de criaturas que son. Pero la verdad esta lasaña te quedó muy buena, no sabía que cocinaras tan bien —ve a Cederic con mucha curiosidad.

Mario: No me vengas tú con que la vida es bella. A Ronald y Eidan se les entiende por su parte animal, pero este par son solo unos glotones, ¿sabían que la gula es un pecado? —ve a Rai y Mizu, luego ve cómo Tommo duerme con sus patas alzadas al aire—. Así la vida es una maravilla.

Mizu: Tú porque te la pasas fresco, aquí nosotros entrenamos, viajamos, peleamos, y mucho más; merezco una buena alimentación —responde rápido para seguir comiendo.

Paula: Disculpen la interrupción. Buen provecho —todos le dan un sonrisa—. Un rastreador me dijo que hay una energía maligna por Honduras —les avisa, a lo que todos sueltan los platos.

Kiara: ¿Sabes qué lo causa? —le pregunta con intriga.

Paula: No me dieron detalle, pero los animales dicen que huelen a piedra caliza —todos ven el asunto con más seriedad, por lo que se levantan de la mesa—. Pero la verdad no sé qué estarán haciendo por allá, es como si rodearan la zona —con una bola de cristal les enseña la imagen del aura maligna que cubre unas montañas.

Cederic: Irán ustedes seis —ve a los elegidos—. No sé por qué tengo el presentimiento de que esa energía pertenece a la última perla, ya que las otras dos estaban en manos de los esclavos de Duncan. Los demás se quedarán acá, el santuario ha sido atacado muy seguido; si Paoly y los demás se van, estaremos en desventajas. Vayan a cambiarse, acá les preparamos las mochilas.

Los chicos se van rápidamente a cambiarse; se colocan los trajes de pelea que les hizo Henry, los cuales consisten en un abrigo con capucha que les llega hasta la mitad de los muslos, y son del color de sus elementos; una remera de color blanco, pantalón ajustado, pero de tela flexible; poseen hombreras de oro y botas de cuero negras, hasta sus rodillas. Una vez les entregan las mochilas, Rai carga a Tommo para ir al portal, el cual los deja en medio de un bosque con muchos pinos.

Rai: No sé ustedes, pero Henry se lució con estos trajes. Están excelentes —admira su ropa.

Nasim: Sí, están muy pero muy chidos. Ahora no siento ningún aura maligna —intenta captar algo, pero no lo logra—. ¿Caminamos? —los demás asienten para comenzar a caminar; recorren un kilómetro adentro del bosque, y no captan nada—. ¿Creen que fue falsa alarma?

Eidan: No tengo ningún olor, ni el de los guerreros o el de los gemelos, pero cómo es posible que un rastreador se haya equivocado. Tommo, ¿no captas nada? —ve que el zorrito olfatea el pasto, pero luego niega al no tener nada—. Qué raro. ¿Acaso si fue una falsa alarma? ¡Esperen! Eso es...

Ilan: ¡Una energía maligna! —asegura viendo hacia el frente, todos se dan la espalda haciendo un círculo. Tommo gruñe mientras ve hacia el lado derecho—. Es raro, parece como si se arrastrara.

Lance: Así es, algo se está arrastrando por el suelo. Parece como si fuera un reptil, pero no es una serpiente, ya que posee miembros anteriores y posteriores —asegura sintiendo los movimientos de la tierra—. ¿Qué es esto?

Los Elegidos: Los Tesoros Mágicos (Libro III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora