EL CALLEJÓN DIAGON

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Griphook llamo a un vagón silbando al cual ambos magos y el duende subieron haciendo que este avance a toda velocidad, los cabellos casi albinos y los azabaches del profesor se movieron con demasiada fuerza durante todo el recorrido a la bóvedad.
Cuando el vagón se detuvo ya se encontraban en la bóvedad 825 la cual fue abierta por la palma del duende; al entrar se encontraban 1 gigantesco dragón que volteó a la puerta inmediatamente, a diferencia de otros dragones de Gringotts este se encontraba protegiendo directamente el oro.

El chico se acercó dejando al duende y profesor fuera para evitar problemas pues el dragón solía reconocer a los miembros de la familia Grindelwald, para no alterar a la criatura avanzó de forma lenta pero constante, el dragón se acercó y comenzó a olfatearlo por unos momentos; hasta que por fin le dio un lengüetazo en la cara y parte del cabello.
A pesar de eso el niño no estaba molesto que ser llenado de baba así que después le dio uno mimos rápidos a la bestia para proceder a acercarse a todo el oro que había en la bóveda, la gran mayoría eran galeones, joyas, objetos de gran valor como lo eran pinturas o jarrones, pero no había rastros de sickles de plata o de knuts de cobre*.

Por lo que tomó uno de los pequeños costales que seguramente estaba expandido con magia, luego de eso le dio unos últimos mimos a la criatura antes de irse y cerrar la bóvedad con ayuda del duende.

-¿Por qué la baba? -el profesor lo vio fijamente-

-Las criaturas mágicas se suelen encariñar conmigo, así que me babeo un poco.

El pareció entender ya que con su varita le ayudo a quitar toda la baba y regreso su cabello a la normalidad, al subir al vagón también pasaron a la bóveda de Snape pues quería retirar dinero para comprar algunos ingredientes de pociones.
Se retiraron de Gringotts luego de eso por lo que antes de salir el chico se volvió a colocar la capucha, al salir comenzaron con el recorrido por las calles ahora un poco más concurridas por magos y brujas.

-Podríamos dividirnos para aliviar la carga, puedo ir por mi uniforme mientras usted compra los libros ¿le parece bien? -voltea a ver al azabache-

-Te llevare a Madame Malkin para que te tomen medias, regresaré por ti así que más te vale no moverte de ahí. No me haré responsable si te pierdes.

Comenzaron a caminar al negocio que decía "Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones", apenas dejo al chico se fue en otra dirección a por los libros.
Al entrar no había muchos niños así que una bruja sonriente y regordeta, vestida de color malva se le acercó.

-¿Hogwarts, guapo? ‐dijo, a lo que asiente-

La bruja lo llevo hasta un escabel al que se subió y se retiró la capucha, ella le deslizó por la cabeza una larga túnica y comenzó a marcarle el largo apropiado. La bruja trabajaba tan concentrada que ni siquiera se fijo en la apariencia de su cliente, lo que alivió al chico pues no habrían escándalos innecesarios. A palabras del elfo Ming era la viva imagen de su papá, por lo que sacaría muchos sustos a las brujas y magos más viejos.

-Ya quedo tu pedido querido.

Se volvió a subir la capucha mientras iba al mostrador a pagar por las 3 túnicas escolares, también ordeno el sombrero puntiagudo y 2 capas de invierno con los broches de plata; encargó que le envolvieran para regalo otras 3 túnicas ajustables pero ahora para un adulto.
Cuando estaba por salir terminó chocando con un niño de cabello rubio pálido que iba entrando, al cual logró atrapar antes de que cayera al suelo por lo que lo ayudó a enderezarse.

-¿No te lastimaste? -lo ayuda a estabilizarse-

-Estoy bien, soy Draco Malfoy -me extiende la mano- ¿Por qué la capucha?

HEREDERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora