;🐇' Capitulo 16 '

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Conduzco por una última carretera estrecha y aparco hacia el final del pequeño espacio de gravilla que hay entre un grupo de árboles enormes. Me encanta este sitio; nunca viene nadie, y eso es ideal para mí. Sobre todo, en uno de los pocos días en los que no está lloviendo en la península Olímpica, como hoy, que está soleado. Estoy acostumbrado al cielo gris desde mi infancia en Hampstead; el sol apenas se deja ver en todo el otoño.

Jimin echa un vistazo a su alrededor y frunce el ceño.

—No te preocupes, no te he traído aquí para matarte —le digo intentando que se ría mientras salimos del coche. Él continúa observando el campo de flores silvestres amarillas y relaja la postura ligeramente. «¿En qué estará pensando?»

—¿Qué vamos a hacer aquí? —me pregunta.

—Bueno, pues empezaremos caminando un poco.

Jimin suspira y me sigue por un camino de tierra que en su día era de hierba. Ya está poniendo mala cara. ¿En qué estaba pensando al traerlo aquí?

—Será un paseo corto.

No se fía de mí, y hoy parece estar de mal humor. Aunque, de hecho, ¿cuándo no lo está? Centro la atención en la nube de polvo que levantan mis botas al impactar contra el seco y polvoriento sendero. Los pasos de Jimin apenas se oyen, y camina tremendamente despacio.

—Bueno, si nos damos prisa, igual llegamos antes de que se ponga el sol —bromeo cuando nos acercamos a un árbol al que hay amarrada una vieja bicicleta abandonada. Es lo que marca la mitad del camino, que tiene aproximadamente kilómetro y medio. No está mal.

Jimin reduce el paso, pero ver la cara que pone cuando llegamos al agua hace que haya merecido la pena cada segundo malgastado. Sofoca un grito de sorpresa, como si este sencillo arroyo en medio del bosque fuera mágico. Las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba y sus ojos se abren como platos. ¿Le gustará nadar? Debería habérselo preguntado. Me quedo callado y dejo que admire el paisaje antes de decir nada.

Ahora que estamos solos, no se me ocurre nada de lo que hablar. ¿Y si me meto directamente en el agua? Él sigue sin moverse del sitio en el que estaba la última vez que lo he mirado. Está empujando la tierra con el zapato para evitar mirarme. Que le den por el culo a esta situación tan incómoda. Voy a meterme en el agua. Me quito la camiseta y oigo el inevitable gemido de Jimin.

No habla mucho, pero es muy expresivo en lo que respecta a los sonidos que acompañan a sus gestos. Cuando sonríe suele suspirar; cuando se enfada, resopla y, cuando se excita, jadea.

—¿Por qué te estás desnudando? —pregunta. No sé si es consciente de la intensidad con la que está observando mi pecho desnudo. Se aclara la garganta y continúa: —¿Vas a nadar? ¿Ahí?

Señala el agua con cara de asco. Cómo no, don Remilgado no quiere mojarse la ropa y el pelo.

—Sí, y tú también. Yo lo hago todo el tiempo.

Me desabrocho el botón de los vaqueros y Jimin continúa protestando mientras observa cómo me desnudo.

—No pienso nadar ahí.

El agua es más cristalina que la de la mayoría de los lagos que he visto en mi vida. Y es por eso por lo que no soporto a estos chicos tan estirados y tan esnobs que tienen miedo de que se les meta tierra debajo de las uñas.

—Y ¿por qué no? El agua está tan limpia que puedes ver el fondo.

Señalo hacia el agua transparente. Creía que se emocionaría más al ver esto. Me enerva no saber nunca lo que está pensando.

—Porque... seguro que hay peces y Dios sabe qué más ahí dentro —exclama. «¿Peces? ¿Eso es lo que le preocupa a este tipo tan raro?» —Además, no me has dicho que íbamos a nadar, y no he traído ropa de baño.

After "Kookmin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora