RESUMEN: Solo son un padre y su pequeña hija solos en casa... Con el maquillaje de mamá, la ropa de mamá y los tacones de mamá... ¿Qué podría pasar?
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La pequeña castaña llegaba a su casa, con su pequeño bolso de mariposas en la mano, el tutú rosado en su cintura y las zapatillas en sus pequeños pies.
- ¡Mami!... ¡Mami!... ¿Mami?...
Dijo ella buscando a su mamá, mientras su padre terminaba de cerrar la puerta e ir hacía ella.
-Mamá tuvo que volver al estudio, pero no tarda.
-Mmm... Yo quería contarle mi día.
-Ya será más tarde, Meg... ¿Tienes hambre?
-Sí... Pero no quiero ravioles.
- ¿Qué quieres que te prepare?
-Pide hamburguesas, con malteadas y haz waffles con helado.
-Megan, ¡No!... Si mamá se entra nos va a regañar.
-Pero yo no pienso decirle a mamá... ¿Tú si?... Acaso eres un soplón, ¿Eh?
La pequeña mente maestra de cinco años conmovió el corazón de su padre, igual a su madre, era una copia a imagen y semejanza de ella... Con la única diferencia de esos lindos ojos de cachorro cafés.
- ¡No! No soy un soplón, Meg...
-Entonces pídenos la comida y nadie le dirá nada a mamá... ¿Okay?
-Por supuesto, mi cielo.
Una vez que Joe y su pequeña hija terminarán de comer, la niñita subió a su habitación, su padre se quedó abajo a ordenar la mesa.
Sigilosamente la mini copia de ellos dos entro a la habitación de sus padres, eso era algo que le gustaba hacer mucho.
Sobre todo revisar en la ropa de su mamá, ver sus zapatos, sus bolsos, sus joyas, su maquillaje, sobre todo su maquillaje.
Megan siempre que tenía la oportunidad se escabullía en el armario de su madre, usando su ropa, sus zapatos, poniéndose sus cremas y usando su maquillaje.
Y este día no fue la excepción, la pequeña busco entre los vestidos de su madre, tomando ese rosa de terciopelo que tanto le gustaba a la niña.
Husmeando entre sus zapatos, poniéndose esos tacones negros con plataforma, dónde sus pequeños pies se veían mucho más pequeños.
Agarrándose de los muebles para no caerse y subir al tocador de su madre, dónde se vio en el espejo y tomo las cremas que había ahí.
-Hola... Yo soy Megan Quinn y hoy les enseñaré mi rutina.
Dijo imitando lo que una vez vio que su madre hacía, empezando a ponerse cosas en la cara.
La tranquilidad que había alteró a Joseph, quien subió a ver a su pequeña hija, sigilosamente espiando y escuchándolo en el armario.
