❝Doom a star❞

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Segundo día.

—¿Van a retrasar más mi boda? —Elevó una ceja— ¿De qué mierdas se trata ésto?

—V-Verá... la chiquilla está indecisa-

—Eso no me importa un carajo. Yo quiero casarme ya. —La miró molesto— ¿Te recuerdo que tengo derecho a quitarte la vida de una forma que tú ya conoces muy bien o se lo recuerdo a ella?

—N-No, no es necesario —Sus ojos lagrimearon—

—Te doy como máximo una semana para que la pongas en el altar o ya te imaginarás lo que haré.

Se fue dejando a LeMarie con un sentimiento negativo que crecía más con cada día que pasaba, como un nudo que se ajusta cada vez más alrededor de su cintura...

Ciertamente, le recordaba el día de las medidas para su vestido de novia, el olor del alcohol en el cuerpo de su madre, Stella Stellar, le provocaba náuseas.

—¡Mi hija se va a casar con un maldito rico! ¡Wooh-huu! —Hacía sonidos extraños de felicidad mientras sostenía una botella de tequila—

—¡Mamá! Ya basta... —Susurró entre dientes—

Su madre, quien portaba un vestido con un estampado de leopardo y unas botas de tacón muy fuera de la época, le miró con molestia y los labios en una línea, ocultando dientes imperfectos y un aliento asqueroso lleno de alcohol y sustancias ilícitas.

—¿Qué? ¿Crees que sólo porque te vas a casar con un rico tu valor se volvió más alto o qué? —Preguntó de forma altanera— Si no fuiste prostituta porque yo era la que se sacrificaba, pero te aseguro que hubieras terminado allí. —Encendió un cigarrillo— Así que hazte las putas medidas y alcánzame afuera, a ver si se te quita ese humor de mosca muerta.

LeMarie, con sólo dieciséis años, no entendió por qué su madre le decía tantas cosas cuando sólo le dijo algo breve, eso sería algo que le partiría el corazón más adelante. Pero por el momento, se concentraba en lo mucho que le apretaba aquel elástico de la falda a medio terminar de su vestido de bodas, odiaba la sensación.

Tomó el pequeño cuenco lleno de cubitos de azúcar y los aventó todos en su taza de té para, seguido de eso, sin revolverlo o probarlo, pasárselo de golpe. El excesivo calor apenas provocándole algo.

✮✮✮

Señor...

—¿Por qué tardas tanto? ¿Tengo que ir siempre para hacer tu trabaj-

—¡Está hecho! —Dijo contento, Bill juraba que podía escucharlo saltar en un charco de... sangre—

—Así que está hecho... —Mordió el interior de su mejilla, pensando— Muy bien, me evitaste la pena de matarte.

—Se-Señor... es que, la chica corrió tan rápido que... —Su respiración pesada le alertó, ¿la dejó ir?— Que tuve que correr como si mi vida dependiera de ello y luchar tanto contra ella, pero se logró.

—"Como si" no, tu vida si dependía de ello. —Firmó los papeles en aquella carpeta y los entregó a un hombre con guantes de seda— Pero bueno, deja que la sangre se seque.

The beast's obsession ; Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora