The Devil's Hand

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Nova, casi llegando a un punto de alucinación –que le hacía saber que estaba entre la vida y la muerte–, pudo escuchar un fuerte zumbido, así como sentir un temblor que la hizo sentir un frío inexplicable, o al menos, añadiendo más al que ya tenía.

Ella juraba que tenía estabilidad, sin embargo, su cuerpo ya se encontraba demasiado débil como para percibir que en realidad era por la ayuda de la corriente, aquella que no la dejaba subir ni bajar y la dejaba en un punto medio.

Desde pequeña amaba con su alma nadar, era muy común verla en la piscina de su casa, disfrutando con sus hermanos; la mayoría de las fotos que tenía almacenadas tenían algo qué ver con el agua y en todas había una sonrisa sincera que sólo el elemento podía lograr.

Le encantaba ir a la casa de campo de los abuelos Morgenstern y pasar largas semanas ahí, sin el sonido de fondo de lo que eran las eternas peleas de sus padres por cualquier cosa.

Gran parte del tiempo que perdía allí era porque su casa era un hoyo sin fondo de desilusión, Astranova sentía que no podía siquiera suspirar tranquila o recostarse un poco en su cama sin que un grito de parte de LeMarie la asustara.

Claro, hasta que llegó la temida adolescencia, cuyo nombre se usa para gritar indirectamente que los jóvenes adolecen lo que no merecen, cuando empezó a concentrarse en los estudios y la música, cuando olvidó todo.

Y ahora mismo, no había nada más relajante que ver el cielo cubierto de neblina sobre la densa capa de agua que la llevaba.

Muy en el fondo sentía que la conexión con el elemento la estaba reclamando después de ignorarla por completo por sus problemas en casa, y lo irónico era que no era la primera vez que sucedía.

"En su habitación se escuchaba el repiqueteo de las gotas de lluvia contra la ventana y en el baño los ecos de sus sollozos silenciados.

Una navaja reposaba al costado del lavamanos. Las constantes gotas de agua que caían del grifo contra el rebosadero golpeaban incesantemente aquél borbotón de sangre que la menor había desperdigado sin un ápice de cuidado y, por ende, salpicaba sin miramientos los rubios mechones de cabello que reposaban por sin ningún lado, a su vez, robando la paz al blanco marfil de la cerámica.

Sus ojos oceánicos miraban el espejo con miedo.

"—Tu cabello es tan largo y hermoso.
Nunca pienses que lo puedes cortar.
No tienes ningún derecho, Godiva, si
lo haces perderás tu atractivo y nadie
te mirará, nunca."

Gruesas lágrimas humedecían sus largas pestañas, que se batían mientras parpadeaba para seguir viendo el error que acababa de cometer.

Sintió que sus pies se mojaban, y al mirar hacia el costado pudo ver la bañera desbordando de agua. Pero estaba tan adormilada por las pastillas que anteriormente había consumido a diestra y siniestra, que se quedó mirando al grifo con una mueca.

Caminó a paso seguro pero lento y se sentó en el borde de la bañera con las piernas temblorosas y las palmas de las manos completamente sudadas. Veía todo doble y sentía un gran mareo apoderándose de ella.

Llegó a tal punto en el que no pudo sentir equilibrio y cayó hacia atrás, mojando su uniforme. Al principio sintió la fortaleza para levantarse, pero después simplemente se dio por vencida y se quedó viendo todo sin preocuparse realmente por respirar.

The beast's obsession ; Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora