❝The Pandemonium Club❞

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Caminé detrás de la mujer, que me tomaba suavemente de la mano.

-He venido a recogerte... lo sabes, ¿verdad?

-Claro.

-Bueno, vamos, por aquí hay una entrada.

Salimos por donde anteriormente el socio de mi padre y yo habíamos entrado, y recorrimos un camino lleno de arbustos que nos llevó a un gran portón negro, en donde nos esperaba la misma Cadillac del pasado.

Ese hombre desconocido si que es rico...

Una vez más, me abrieron la puerta, pero esta vez solo era el chófer, y la mujer entró en la parte delantera.

-Alnaadi -Mencionó con una voz suave-

¿"El club"? ¿Voy a bailar para más personas? Mierda y más mierda

Mi corazón latía como loco y no podía controlar mi respiración agitada, no era demasiado como para que los demás escucharan, pero si para que yo lo supiera y tuviera que abrir la boca con tal de dejar entrar más el aire.

Fue un camino un tanto largo, al menos treinta minutos nos tomó llegar al lugar, mientras que yo trataba de recordar los pasos que anteriormente iba a presentar en la noche de mi baile.

Una vez que llegamos, la mujer abrió la puerta y me tomó de la mano para ayudarme a bajar, enlazó su brazo con el mío y me hizo pararme frente a un "edificio" extremadamente lujoso que tenía las letras الهرج والمرج en un tono dorado con luces debajo en color rojo.

"¿Pandemonio? De verdad se está tomando
en serio eso del Diablo, muy elegante"

Las paredes eran totalmente de cristal en tonos rojos y negros, que más que parecer un edificio común daba la ilusión de ser un gran castillo por su enormidad y su forma pulcramente estructurada, habían grandes columnas muy parecidas a las de los templos dóricos griegos e incluso poseía una cúpula acebollada de un gran tamaño, era totalmente de cristal y encima tenía una estrella invertida de cinco puntas. No sabía exactamente cuántos pisos tenía, ni cuántos podría contener, pero si que era alto, mucho más que otras estructuras en -al menos- diez kilómetros a la redonda. Era totalmente precioso, y definitivamente robaba la atención de cualquier persona, no importaba si se encontraban otros hermosos edificios detrás o al lado, no parecían existir.

La señora colocó su mano en mi espalda baja y me dio la indicación de entrar.

Al entrar, finalmente pude apreciar más de cerca el lugar, definitivamente era gigantesco y todos los muebles en tonalidades negras, rojas y doradas, las paredes eran doradas y con luces cálidas, pero muy sofisticadas que lo hacían ver increíblemente elegante.

Ni todos mis bastos recuerdos de algunos de los lugares más preciosos que he visto a lo largo de mi vida me permitía comparar tal magnificencia, era tan encantador.

Caminamos por ciertos lugares hasta llegar a un elevador completamente negro, cuando entramos, pude notar que todo lo de afuera se podía ver desde dentro, lo que era tan increíble. La mujer presionó un botón con -de nuevo- una estrella y juré que no había pasado absolutamente ni un segundo cuando se abrieron las puertas y estábamos en un lugar que se veía completamente distinto.

Eran una gran habitación, las luces eran neón y rojas, no había absolutamente ninguna ventana y todo estaba tan oscuro, al parecer las paredes eran negras, saliendo del basto piso de podía ver un pasillo gigantesco, en cuya pared del fondo se encontraba la pintura de un hombre de espaldas, con un cabello que se me hacía muy conocido pero al que no tomé importancia.

The beast's obsession ; Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora