❝My mother, my daughter❞

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Me adentré a su armario para toparme con un lugar increíblemente grande y lleno de negros, blancos y grises, como lo que reflejaba una mujer exitosa como ella.

Aunque habían algunas prendas rojas, sin embargo, se veían muy nuevas y estaban hasta el final de todo.

Había un olor extremadamente atrayente, que no competía en absoluto con el de mi párvula paloma, pero si que tenía cierta intensidad, y que me volvía un poco loco.

"El cesto."

Giré mi cabeza sólo para encontrarme con un cesto de ropa sucia, era cuadrado y desde mi lugar podía notar el oro blanco que lo componía.

Había algo que sobresalía y me llamaba un poco la atención, así que, con objetivo en mente, caminé un par de pasos, sin embargo, a poca distancia de llegar me detuve.

"Sé que sabes lo que es.
Estás sólo aquí....hazlo."

—Al carajo~

Recorrí lo poco que me faltaba y tomé las bragas que yacían acomodadas de forma ordenada encima de toda aquella ropa pulcramente doblada.

Era una tela extremadamente suave y se podía notar una mancha un poco más oscura en ella.

" la olfateas vas a volverte loco."

"De todas formas ya lo estoy, ¿no?"

Llevé la ropa interior a mi nariz, y, pese a saber que mis sentidos estaban super desarrollados, inhalé como un jodido desquiciado.

Algo dentro de mí explotó, como si algo se hubiera roto en mi mente. Un siseo de dolor escapó de mi boca al sentir una vez más ese maldito dolor provocado por la erección.

Pero tampoco es como que yo hiciera mucho por ayudarme a mí mismo, simplemente seguía imaginando, imaginando e imaginando todas las formas en que podría hacerla mía.

"Bill, espera, algo anda mal."

☆☆☆

—Godiva, ¿qué se supone que estás haciendo aquí? ¿Por qué no contestabas las malditas llamadas?

—O-Oh, hola, mamá...

—"Hola, mamá", eres una estúpida inconsciente.


—¿Perdón?

—¿Tan inútil eres como para no ver los mensajes que te dejé? —Caminó hacia mí—

—¿De qué hablas?

—Hoy por la mañana te reunirías con tu prometido en Dubai, pero, ni siquiera te dignaste a llamar para decir que ya habías regresado.

—Mamá... no quiero pelear ahora, por favor.

—¿Y por qué parece que te esfuerzas por hacer cenizas mis esfuerzos?

—No lo hago, pero no pienso tener un futuro escrito por tí.

—¡Te hablo en serio cuando te digo que te vas a casar!

The beast's obsession ; Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora