Parte 34

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A lo largo de nuestra vida nos hemos preguntado en ocasiones, ¿qué hubiera pasado si no hubiera llevado a cabo tal acción?

¿Sería diferente? ¿Podría cambiar algo en mi vida?

Fue exactamente así como me sentí una vez que el chico que me gusta sale por la puerta de mi habitación.

Sentí lágrimas resbalar por mis mejillas, estaba inmerso en los pensamientos sobre Vegas, hasta que alguien se aclaró la garganta detrás de mí.

Me di la vuelta para enfrentarlo.

Arm me sonríe, pero es de forma diferente a como lo hizo hace un rato.

—¿Quieres que bajemos a desayunar, precioso? — no puedo describir el asco que sentí cuando me llamó de ese modo.

Tomé la sábana de la cama y la puse sobre mi cuerpo.

—Quiero que salgas de mi habitación ahora mismo.

—¿Por qué? ¿Esto es por Vegas? — me pregunta mientras se pone la camiseta y los pantalones. —Ayer ni siquiera recordabas su nombre.

—No recuerdo lo que pasó ayer. — me defendí, una sonrisa arrogante sacudió sus labios. La sensación de asco no hace más que empeorar.

¿Como llegue aqui? ¿Como terminamos ambos en mi cama?

Si de una cosa estoy seguro es que en ninguno de los anteriores avances de Arm he caido, ¿que lo hizo diferente ahora?

—Vete. — recalqué con firmeza.

Arm lanzó un bufido pero hizo lo que le pedí, asotando la puerta al salir.

Un rato después le envió un texto a Porsche, necesito su ayuda en esto.

—¿Pete?— preguntó Porsche en cuanto abrió la puerta. —¿Qué pasa?

—No lo sé. Vegas me encontró con Arm, Porsche. No... No recuerdo nada.

Su semblante cambió a uno furioso.

—¡Ese maldito!— gritó antes de sacar su móvil del bolsillo de sus pantalones, después lo llevó a su oreja.

—¿A quien le vas a hablar?—cuestione, ahora entrando en pánico.

—A tu madre, vamos a ir a un hospital a que te revisen, no sabemos si ese maldito te forzó.

No pensé en eso hasta que mi amigo lo dijo en voz alta. Era una posibilidad remota, si fuera el caso, ¿no dirían que fue mi culpa por estar ebrio?

Claro que las personas lo dirán. Yo bebí, yo accedí, yo me puse en esa situación y no me defendí.

Juzgar siempre se nos da bien a los humanos.

—Señora Saengtham, soy Porsche. Sí, estamos bien. — mi amigo hace una pausa. —Hubo una situación con Pete, creo que fue víctima de abuso, estaba ebrio y no recuerda nada. Tranquila, señora, tal vez no haya ocurrido, solo es una sospecha. —Probablemente ahora mi madre está aterrada  —Lo llevaré al hospital, allá la vemos.

Cuelga el teléfono.

Yo solo puedo seguir llorando

***

—¡¿Dónde está él?! ¡¿Dónde está mi hijo?!— Escucho los gritos desesperados, y sé perfectamente bien quien es. Mi madre. La mujer que me arropó por las noches, que sostuvo mi cuerpo en las noches frías, que seco mis lágrimas después del funeral de papá.

No sé que le dicen, pero lo siguiente que sé es que abre la puerta. Su rostro lleno de preocupación se contrae cuando sus ojos reparan en mí. De inmediato se acerca a la cama, sentándose junto a mí y me atrae a sus brazos.

Mini AU Como en los Libros |VegasPete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora