42. Luces apagadas.

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Dasha miró a ambos lados de la calle antes de cruzar y entrar en el restaurante en donde ya Tahir la estaba esperando. Su familia aún estaba en el país, sin embargo, era más que claro de que ellos no se irían así como así luego de lo ocurrido con ella. Tenía la leve sospecha de que sus padres, tenían algún plan bajo la manga para llevarlo a cabo y arruinarle más la vida de lo que ya estaba, pero estaba un poco segura de que no sería en ese momento. Su amigo tenía una empresa, una enorme que estaba sacando de a poco solo, por el hecho de que sus padres le dieron la espalda con el dinero... solo que él aún no tenía idea de que le pidió ayuda a su tío Kiral en eso y esperaba que siguiera de ese modo por un buen tiempo.

En cuanto entró, no pudo evitar sonreír al verlo con su pareja, al menos en ese aspecto su amigo se encontraba bien.

— Lamento interrumpir su momento amoroso, pero me temo que mi querido amigo ahora me pertenece por derecho —dejó su bolso en la silla de alado—. Hola.

— Hola —la saludó el novio de Tahir—. Los dejaré solos, debo vigilar el local.

— Sí, claro —Tahir sonrió hacia él—. Estaremos bien.

— De acuerdo —le respondió, y le dio un beso antes de irse.

— Ustedes dos se ven tan enamorados que me dan un poco de envidia —hizo un puchero, hacia su amigo. —Pero, no veo que estén saliendo agarrados de la mano, ahora que no tienen nada de que preocuparse.

— Él dijo que deberíamos esperar a que la relación con mis padres se calmara, porque de la noche a la mañana no se perdona algo como esto y más sabiendo que mi compromiso contigo estaba pautado desde antes de que este embrollo sucediera —le apuntó Tahir—. Supe que tu abuelo estaba en el país...

— Sí, estuvo aquí, pero ya se marchó —mordió su labio—. Él dijo algunas cosas, que después te contaré, pero ahora cuéntame de ti y que tal va todo con la empresa.

— Hay un empresario que está siendo de mucha ayuda —Tahir se encogió de hombros—. Fue algo extraño, porque nadie puede dar tanto dinero por una empresa que estaba en bancarrota por culpa de los padres del dueño y que desea salir a flote.

— Si le mostraste buenos proyectos, buenas marcas, es más que claro de que van a confiar en ti hasta con los ojos cerrados, como yo también lo haría sin pensarlo mucho.

— Estoy nervioso, mis padres siguen en el país y ellos no se quedarán de brazos cruzados —él tomó su mano, y le dio un apretón—. Sé que tú ya tienes a alguien que te cuida y te quiere, pero cuídate tú. ¿Sí?

— Lo haré, me cuidaré, porque también pensé en todas las cosas que han pasado en estos últimos días —miró el menú—. Mi hija está encaprichada con un chico que trabaja en la construcción del hotel de mi tío... el pobre no encuentra en dónde meterse cuando la ve, da miedo.

— Me decías que Jedward era de ese modo cuando tenía su edad y que hasta amenazaba a toda su familia para poder casarse contigo por sobre todos —le recordó—. Es una lástima que eso no haya sucedido, ya que me hubiese gustado ver cómo todos se dividían.

— Por algún motivo, mi hija dice que eres mejor que su padre y Jedward tiene deseos de querer matarla por decir esas cosas —bromeó un poco—. En algunas ocasiones, extraño estar Rusia, antes de que todo esto se volviera un caos en nuestras vidas.

— La vida en algunas ocasiones nos muestra lo que realmente necesitamos y tú ya tienes lo que tanto querías por años —le recordó—. ¿Qué ha pasado con esa loca?

— Sus cultos siguen siendo de qué hablar, los creyentes de esas cosas dan miedo y ahora luego de tantos años temo por mi vida y la de mis hijos —levantó la mano para llamar al mesero—. La familia de la ex de Jedward es algo loca, a él se le fue la sintonía cuando salimos de la escuela y se le olvidó todo, pero nadie se pudo imaginar que al final esos padres querían meterse de lleno con esta familia.

— ¿Y por qué no con Liam?

— Porque Liam solo tenía su atención en la competición con Jedward, aparte de eso, recuerdo que mi hermano le rompió la nariz a la hermana de Nathalie en la escuela porque empujó a la que ahora es su esposa —le dijo al mesero lo que quería de comida—. En otra vida, tal vez los dos estuviéramos casados y con hijos...

— Pero en otra vida en la cual Jedward no esté presente.

Durante su comida juntos, se pusieron al día con las cosas de sus vidas, hasta que ya fue hora de despedirse. Siempre trataban de comer de manera discreta entre ambos, ya que con los acontecimientos ocurridos en los últimos días, parecía ser imposible en ese aspecto. Mientras iba caminando por la calle, se detuvo en un puesto de dulces, los cuales eran en su mayoría de cocos. Pidió algunos para sus hijos y cuando salió del puesto, alguien la tomó del brazo con más fuerza de la necesaria.

— ¿Qué demonios? —bramó, al ver que se trataba de Nathalie—. ¿Qué estás haciendo?

— Vine para que hablemos te seguí —ella no la soltó—. Me han arruinado la vida, todo lo que tenía me lo quitaron.

— Sí, pero antes suéltame —ordenó, asqueada—. No tienes que agarrarme, de ese modo —trató de soltarse—. Esto que estás haciendo no tiene sentido y más si se trata de maltrato hacia mi persona...

— Persona es la que no se mete con la pareja de otra —Nathalie la miró de arriba hacia abajo—. Das asco, lo que me hicieron no tiene perdón de Dios.

— Su dios es un hijo de puta —bramó enojada—. No tienes idea de lo que haces, por qué su puto dios es el mismo que está de acuerdo con que se cometa incesto, ¿o es que en la biblia que lees no está escrito que se cogían entre padre e hijos, tío y sobrino, etc.?

— Perra...

— Shh, no digas esas palabras, es posible que ya te estén grabando —sonrió; soltándose de su agarre—. No seas de ese modo, porque sin duda alguna quedas mal parada en este mundo asqueroso.

— ¡Eres una...!

Se dio la vuelta antes de que alguien comenzara a filmarle el rostro, sin embargo, ya era muy tarde. Esa mujer era una celebridad que su carrera iba en decadencia y no iba a dejar pasar la oportunidad de joderle la vida como lo estaba haciendo en esos momentos.

Con un largo suspiro, fue hasta el estacionamiento en dónde se encontraba su auto. Se quedó durante unos minutos, tratando de tranquilizarse, sin embargo, no pudo hacerlo, ya que tuvo que tomarse las pastillas que siempre tenía en su bolso. Su familia no tenía idea de que tuvo que comprarle esas pastillas en receta a alguien, mejor dicho, hizo que su psicólogo falsificara esas recetas, puesto que no quería visitar a ningún psiquiatra.

En cuanto llegó a la empresa, fue inevitable no ver cómo los empleados se encontraban mirando sus dispositivos, era obvio el hecho de que esa mujer estaba en boca de todas.

— ¿Estás bien? —Jedward se levantó de su asiento, en cuanto la vio entrar—. Supe que tuviste un percance con Nathalie...

— Sí, me interceptó saliendo de un restaurante —se puso de puntas para darle un beso—. Estaba comiendo con Tahir...

— Otra vez con ese sujeto —la abrazó y cerró la puerta—. Es una verdadera lástima que en estos momentos no podamos estar solos como deseamos.

— Ya estamos solos, pero sigues maldiciendo a Tahir como si fuera la persona más importante en tu vida —bufó, en broma—. Es un buen amigo, y cuando conozcas las razones por las cuales nos íbamos casamos, de seguro estarás de acuerdo conmigo.

— No puedo estar de acuerdo con algo de eso si tú no me quieres decir —pasó su pulgar por las mejillas sonrojadas de su futura esposa—. Y pensar que cuando éramos niños decía que mataría a toda nuestra familia para casarme contigo.

— Ahora es Jasha la que dice que comprara todo un país para que ese chico se quede con ella.

— No es mi hija, de seguro que te la cambiaron en el hospital o qué sé yo —bufó—. Nadie puede ser de ese modo y menos esa mocosa.

— Es nuestra hija —le quitó algunos botones de la camisa, mordiéndose el labio—. Desde hace un buen tiempo, no hemos tenido sexo... bueno, seis años...

— Ni siquiera recuerdo exactamente lo que pasó esa noche...

— Los niños están con mis padres justo ahora —lo empujó hacia atrás, y apagó las luces—. Podemos...

Ni siquiera tuvo que repetirlo dos veces y los labios de Jedward estaban sobre los suyos. 

Ámame otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora