47. Juicio.

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«— Hola —los saludó Nicole, con una enorme sonrisa en el rostro—. Vamos, el doctor nos espera...

— Dasha... —la mencionada ignoró por completo a Jedward, el cual frunció el ceño enojado por esa actitud—. No me ignores, dile algo papá.

— Si ella no quiere hablar contigo, no es necesario que sigas insistiendo.

Jedward siguió llamando a Dasha en el trayecto al consultorio, Volkan en más de una ocasión le preguntó al doctor a cargo si era necesario que los niños estuvieran presentes y les dijo que todo era opcional.

En lo que Nicole iba a cambiarse de ropa por una bata, se quedó con los niños, los cuales cada día que pasaba eran más lejanos. Dasha se estaba aburriendo de las cosas que le decía su hijo y este no paraba de decir que se iba a casar con ella, se la llevaría a otro lado y que nadie los podría separar.

— Aquí está su bebé —dijo el doctor, y Volkan puso sobre sus hombros a Jedward, y a Dasha en sus brazos—. Está creciendo muy bien, ya tiene las seis semanas completas...

— ¿Sucede algo doctor? —preguntó Volkan, al ver que se quedaba en silencio—. Hable.

— Denme un momento —pidió, con el ceño fruncido y sin dejar de mirar la pantalla—. Esto es grandioso —movió el aparato sobre el vientre de Nicole y luego apuntó hacia el monitor—. Al parecer son dos hermosos bebés los que tienen aquí, muchas felicidades.

— ¿Dos bebés? —preguntaron Nicole y Volkan al mismo tiempo.

— Sí, están esperando gemelos —sonrió hacia ellos—. ¿Quieren las imágenes?

— No —dijo Jedward, con el ceño fruncido—. Era uno, ¿ahora qué haré con dos? ¿Por qué no me preguntaron primero?

— Busque las imágenes, doctor, lo vamos a esperar aquí.

— No los quiero, con uno es suficiente —Jedward seguía con el ceño fruncido, y mirándolos mal—. ¿Qué te hice para que no me dejes tu dinero?

— Tendrás mucho dinero, pero tienes que trabajar para ganártelo —Volkan ayudó con algo de esfuerzo a Nicole a sentarse—. No puedes andar por la vida diciendo que me voy a morir y que te dejaré mi fortuna.

— Es lo que un buen padre hace, no seas cruel y dame mi dinero».

Jedward caminó con pasos decididos por el juzgado, les habían pedido a sus hijos que debían ir para testificar y hasta parte de su familia estaba ahí ese día para darle el apoyo que necesitaba. Se dio a conocer que supuestamente no fue un accidente lo ocurrido con esas personas hace unas semanas

— Hola, papá —Jadiel tomó de la mano a Jedward—. El abuelo dijo que el juicio se ganará y que no será del todo necesario el que debamos hablar.

— Yo sí quiero hablar —Jasha hizo un adorable puchero—. No quiero quedarme sola, viendo a todas esas personas que me caen mal.

— Por ti también pagué mucho dinero y ahora no puedes visitar la escuela —pellizcó las mejillas de su hija—. Debes portarte lo mejor que puedas, ya no tienes cinco años como para que estés molestando a otros.

— Si no molesto a nadie, todos estarán aburridos —bufó enojada—. Mamá debe venir, todos aquí están diciendo que se volvió loca y si siguen hablando mal de ella, le diré al tío Kiral que se encargue de todos esos niños molestos.

— A ti te parecen molestos cualquier ser humano que no esté de acuerdo contigo —chasqueó la lengua—. Vamos con tus abuelos, ellos tienen que estar esperando por ustedes.

Ámame otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora