—¿Por qué no me lo dices?
—Pues porque no te importa.
—Sí que me importa.
—Pues no debería.
—Pos bien.
—Pos vale.
Secco le estaba mirando fijamente. Su mirada inexpresiva parecía mostrar odio, pero para el ojo entrenado de su mejor amigo, no mostraba más que interés. Sospecha, acaso. Tras un segundo, sacó el móvil y volvió a no hacerle ningún caso.
Zero se lo agradeció internamente. No era ningún tema de vida o muerte, pero tampoco quería dar explicaciones innecesarias a un tío al que no le importaba. Sobre todo, porque no lo entendería. La amistad entre Cessare y él era de los pocos temas en los que Secco era verdaderamente vocal. "Ese tío es un capullo", decía, mucho antes de que se empezara a juntar con gente rara. Tampoco era como si Zero fuera a ser amigo de un nazi, pensaba para sí. Si un amigo le pedía ayuda, ¿quién era él para negársela?
("Oye, Zero. Tengo que hablar contigo. Me gustaría contarte algo muy importante, en persona. Lo entiendo si no quieres hablar conmigo, después de... Después de lo del colegio. Pero necesito contártelo. Si te soy sincero, eres la persona en la que más confío para esto. Y, bueno, en general."
Zero no respondió. El silencio solo era adornado por el ruido blanco de la llamada.
"Mira, si no quieres volver a hablarme, no te pondré ninguna pega. No volveré a llamarte, ni me verás por el pueblo. Pero si quieres, estás invitado a cenar esta noche en mi casa. Estaremos los dos solos, si te sientes más cómodo."
Los pensamientos de Zero se movían con la fluidez de una sopa. El tiempo se acababa.
"Bueno, no te moles-
—Ahí estaré.
Zero creyó escuchar un suspiro. De estos en los que el alma escapa.
"Gracias.")
Así que sí, Zero ya tenía planes. Suficiente excusa para no ir a acompañar a Secco a nosequé plan. Posiblemente a tomar un helado.
—¿Vas a follar?
—¿Qué?
—Que si vas a follar.
—¿Y a qué cojones viene esto?
—Como tienes tanto secreto entre manos, te lo pregunto. Lo mismo es eso y te da vergüenza decírmelo.
—¿Y por qué me daría vergüenza? Tengo treinta tacos.
—Treinta y tres.
—Que te calles —Zero hizo un aspaviento con la mano y se cruzó de brazos. —No, no voy a follar.
—Entonces qué vas a hacer.
—Y dale.
—Bueno, pos no me lo digas. Ni que me importara, vamos.
—Ea.
—Ea.
Zero no estaba enfadado. Hace ya muchos años que el carácter de Secco había dejado de asquearle. Le resultaba asqueroso, pero no en plan mal. Asquerosamente Secco. Asquerosamente familiar. Como el olor a pies cuando te quitas los zapatos después del todo el día y te tiras al sofá como si no olieran a queso podrido. Un asco agradecido de tener en su vida.
—En tus treinta y tres años de vida no me has dicho ni una sola vez que has follao.
—Me piro. No te aguanto.
—Ahora dudo de que hayas follao o no, eh.
—Hablamos luego.
—Que te jodan.
Una sonrisa secreta se dibujó en el rostro de ambos.
Zero llegaba pronto para cenar. Podría decirse que era porque Secco le había empujado a ello con sus inquisitivas, pero todo formaba parte de un plan. Su armadillo y él lo tenían todo bajo control.
(Justo después de colgar, Zero se dejó caer en el sofá como un peso muerto. El armadillo salió de la cocina con un chai, la única bebida que el straight edge se dejaba disfrutar (de vez en cuando, tampoco hay que abusar).
—Estás definitivamente muerto, lo sabes, ¿no? —Zero asintió lentamente. —Si Cessare y sus amigos neonazis no te matan de una paliza, morirás socialmente. Serás recordado como un chaquetero, un bienqueda, un buenacara. Todo porque eres incapaz de decir que no. ¡Ni a un puto nazi! Coqueteando con el enemigo, ¿a ti te parece normal?
—¿Quién dijo nada de coquetear?
—Es una forma de hablar especialmente elegida para el caso.
—No me gusta lo que sugieres.
—A mí tampoco. Bueno, vamos a ver cuál es el camino de menos dolor.
Zero suspiró y se apretó el puente de la nariz. Solo Cessare le traía unas jaquecas tan concretas. —Esto es lo que vamos a hacer —el armadillo desplegó un mapa sobre el otro lado del sofá. —Este es el edificio de Cessare. Como tú bien sabes, la zona es perfecta para los asaltos, debido a...
—Yo que sé, ¿la zona?
—Cómo. Cómo puedes ser tan burro. Mira, sigamos. Para tener el control, deberías ir a cenar cuando aún sea de día. Solo por si acaso, no queremos que vayas al hospital. Si el grupo te espera dentro del piso, posiblemente no puedas escapar. ¿Qué hacemos en estos casos?
—Gritar-
—¡No! ¿Pedir ayuda, en serio eres tan patético? No, no, lo que tienes que hacer es encogerte y proteger tus partes imporrtantes. Cara, estómago, bolas. En ese orden o el que quieras. Trabajas con las manos, yo que tú intentaba cuidarlas también.)
Conforme Zero se acercaba al portal, podía discernir una figura de pelo rubio. Le estaba esperando, y posiblemente su panda también. Maldijo el día en el que el mundo no le hizo mala persona, y saludó sutilmente al hombre, un ojo en sus alrededores. En el momento que fue reconocido, Zero fue cegado no por una granada, ni por una piedra, ni por nada violento. Fue cegado por una sonrisa.
—Hola, Zero. No me esperaba que llegaras tan pronto.
—No tenía nada que hacer.
—Ya. —Cessare apagó el cigarro y se acercó un paso. —Primero de todo, me gustaría disculparme. Por... Por todo.
—¿A qué te refieres, en concreto?
—Pues, a todo. Será mejor que te explique dentro. Pasemos.
Zero echó un último vistazo atrás. El armadillo se asomaba por la esquina. Se encogió, y de la armadura con forma de pelota, salió únicamente una mano con el pulgar arriba.
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Enamorado tuyo
Romanceel amor no es complicado, las personas lo son. sobre todo si eres gilipollas, como les pasa a algunos. zero x secco ✌️