Viernes, 3AM - Serú Girán

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Cessare estaba corriendo. La carrera sería corta, pero cada segundo era valioso. Solo a un gilipollas como Zero se le habría ocurrido algo así.

"A-ayuda, no pue-e-e-edo estar solo..."

Si no estuviera temiendo por la vida de su amigo, se sentiría orgulloso de que Zero le hubiera llamado a él. Supuso que Secco ya lo sabría, y estaría yendo para allá, pero también había confiado en él, y si se lo contara al Cessare de hacía quince años, no se lo creería. Una semilla de amor propio podría haber florecido si hubiera tenido espacio mental para ello.

"Vente, por favor, ne-e-e-e-e... necesito..."

Recordó la voz robótica y jadeante. Reconocía un ataque de pánico cuando lo tenía al oído. Le rompía el corazón escucharle así, derrotado, acabado. Le hacía querer correr más. Estaba subiendo las escaleras de dos en dos, esperando llegar antes de...

"Dejo la puertabierta..."

Cessare entró y cerró de un portazo.

—¿Eres imbécil? ¿Cómo se te ocurre dejar la puerta abierta en este vecindario? ¿Sabes lo mucho que me has preocupado, pedazo de ingenuo?

Encendió la luz y no vio a Zero por ninguna parte. Buscó en la habitación y ahí estaba, escondido entre las sábanas. Cuando encendió la luz, Zero sacó la cabeza. Tenía una barba de dos días o más, y los ojos hinchados como si se le fueran a salir. Estaba pálido.

—Estoy aquí.

Zero no respondió, solo se sentó con dificultad en la cama, despacio. Cessare se acercó.

—¿Necesitas algo? ¿Has comido, tienes agua?

Negó con la cabeza. Cessare salió, y volvió con un vaso de agua y fruta.

—Lo único que tenías son melocotones. Tienes que ir a comprar.

Zero asintió y le quitó el vaso de agua de las manos, para engullirlo entero. Cessare se sentó en la cama, a los pies. No sabía si sería correcto preguntar, o esperar a que le hablase él.

—¿Mañana trabajas?

—Sí, pero da igual. No te preocupes.

—Lo siento... Lo siento mucho.

—... ¿Quieres contarme cómo estás?

—No sé si puedo ahora mismo.

—¿Necesitas algo?

Zero no respondió. No porque no quisiera, simplemente no sabía lo que quería en este momento. Solo quería dejar de estar solo con su cabeza.

—¿Ese cartel lo dibujaste tú, verdad?

—¿Eh?

Cessare señaló un papel colgado en la habitación. Era un poster que dibujó él, sí, de un concierto de unos amigos, un grupo de punk antifascista que hizo tres canciones, un concierto horroroso (del cual Zero guardaba un bonito recuerdo) y dejó la música por completo después. Invitó a Cessare a aquel concierto, y aunque estuvo callado y tímido toda la noche, le alegraba que lo recordase.

—Sí.

—Eso fue de cuando teníamos diecisiete.

—Sí, más o menos.

—Sí... ¿Te di las gracias por invitarme?

—Creo que no, pero no hacen falta.

—Ya. De todas formas, gracias. Fue mi primer concierto.

Enamorado tuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora