Enamorado tuyo

Gimme! Gimme! Gimme! (A Man After Midnight) - ABBA

Hola bon día. Una cosa:

sé que se supone que Cortar por la línea de puntos está inspirada en La profecía del armadillo y, por tanto, que Alice y Camille son la misma chica. Pero he decidido tomar ambas historias como dos historias diferentes. Así, los hechos de La profecía del armadillo son anteriores a los de las series (pongamos que Zero y Secco tendrían veintipocos en el cómic-película, y que en la serie, casi treinta). Hago esto porque me parecen dos personas muy diferentes, con diferentes backgrounds y con relaciones con Zero diferentes. Así que sí, Zero tiene dos viudas (ni salió con ellas pero él lo siente así).

Espero que os guste!

"Por Cessare." Zero apretó las manos al volante. "Aguanta por él."

Zero no tenía problema en enfrentar la realidad, la realidad de quién era, de cómo era: era una persona aburrida. Y lo era por gusto. No era que no supiera divertirse, es que no quería. Odiaba la diversión. Por eso odiaba salir de fiesta. Él no bailaba, él se daba de hostias en los pogos, y no cantaba, gritaba al cantar. Por eso, si todo ese timo de la religión resultaba ser cierto e iba al infierno, debía parecerse a aquel coche.

Sarah y Stella ya estaban pedo, antes de llegar siquiera al bar, cantando a pleno pulmón canciones pop. La previa, decían. No tenían hartura. Cessare tampoco era de salir ni de bailar, recordaba las fiestas en las que ambos se quedaban en una esquina, comiendo o en silencio, sin acercarse a la pista. Debió haberle sorprendido que fuera a un bar gay, pero bueno. Querría experimentar. O lo mismo iba solo a follar.

Zero tenía mucho miedo esa noche. Jamás había estado en un bar gay, pero una parte de él no podía evitar imaginárselo como un templo a la sodomía, con gente follando en las esquinas, pastillas por todos lados, y música estridente. No estaba juzgando el sitio, ni sus gentes (hacer de policía de dónde o no se podía follar, o cómo, no era su estilo). Pero pensaba en lo incómodo que se sentiría. ¡No era su rollo, solo eso! Nada en contra. Esa frase la había repetido varias veces en estos días.

( —Pero bueno, ¿qué vas a hacer tú en un bar gay? —El armadillo movía las manos al hablar, alterado. —¿Pero tú sabes qué se hace ahí?

—No, ¿tú?

—¡Si soy tú, tampoco lo sé!

—Digo yo que será como un bar normal. Música alta, mucho pop.

—No te gusta el pop.

—Tampoco me disgusta. Escucho de todo.

—Si ese no es el problema, Zero. Es un bar gay. GAY. Si te ven pasar, ¿qué van a pensar?

—Eh, eh, a mí no me intentes asustar con tu homofobia-

—Nuestra homofobia-

—¡Qué te calles! Voy a acompañar a un amigo. Me suda los cojones lo que piense nadie, yo sé lo que hago. Sé quién soy.

—¿Ah, sí? ¿Tú crees? —El armadillo sonrió desafiante. —No lo sabes. Soy un producto de tu imaginación, yo vivo en tu cerebro. Y créeme que está peor amueblada que este piso. Y por mucho que aprietes, no puedes reprimir tanto como estás reprimiendo ahora mismo y esperar que no me entere.

—¿Qué estoy reprimiendo, eh?

—¡No lo sé! Pero puedo imaginármelo. Posiblemente tu atracción a los hombres. Esas pulsiones sexuales originarias de la infancia, como diría Freud. Dime, ¿qué tal la relación con tu padre?

—No me gustan los chicos. Nunca me han gustado.

—Ambos sabemos que no sabes eso. ¿O quieres que recordemos...