Enamorado tuyo

Pintando En Un Cd.mp3 - LA ÉLITE

—¿Estás listo? Va pa largo.

—Cuenta.

—¿No quieres decirme antes por qué te has tirado dos días sin salir de tu cuarto?

—Tú cuenta, ya te pongo al día en otro momento.

—Bueno, a ver...

Zero era mayor para hacer tonterías como pintar graffitis y romper ventanas. Demasiado mayor. Estaba rezando porque no le tocara salir de allí corriendo, sería lamentable. ¿Y si alguien le grababa? "Pillan al comiquero Zerocalcare cometiendo actos de vandalismo adolescente (como si no peinara canas.)"

Secco suspiró profundamente. Susurró un "hijo de puta" y se puso a pintar. Zero levantó la mano con el spray y le imitó, sin dudarlo.

—No sé por dónde empezar. —Secco susurró, por el simple hecho de que estaban cometiendo un delito leve. Desde luego él no admitiría cualquier otro motivo que tuviera que ver con la vulnerabilidad de su situación emocional.

—¿Cómo conociste a Andrea?

—Internet.

—Ya... No me queda claro si llegasteis a ser algo, o si fue solo sexo desde el principio.

—Para mí siempre fue sexo. Yo nunca me quedaba a dormir, ni le veía con otras intenciones. No solo follábamos, hablábamos, pasábamos tiempo juntos, pero todo acababa siempre en un polvo.

—Tal vez para él...

—... Fue algo más, sí.

En silencio, se alejaban para ver si lo escrito se entendía. En verde oscuro, "Acosadores sexuales fuera". En negro, "Tu hija no está segura contigo".

—Pasaron los meses, y por cosas de la vida, se convirtió en el único tío con el que mantenía relaciones. Se lo dije, y él me dijo que también era exclusivo conmigo, que folláramos sin condón. —Zero no respondió, podía notarse su ira en el aire que le rodeaba. —Evidentemente, esto fue antes de saber que tenía mujer e hijos.

¿Cómo ayudar en estas condiciones? Zero siempre volvía a la misma pregunta, una y otra vez, ¿cómo? Recordó aquello que dijo en el funeral de Camille. "¿Qué quemas?" Porque, incluso si el chalet de dos pisos, convenientemente abandonado por sus inquilinos, hubiera ardido hasta sus cimientos, nada cambiaría. La venganza no devuelve daño, lo duplica, y qué poco importaría, al lado de lo que había sufrido Secco.

—Tiempo después, lo que te dije, dejó de gustarme, pero seguí con él porque era cómodo. Seguí más de lo que me gustaría admitir, pero lo acabé bloqueando.

—¿Y él qué hizo?

—Me lo encontré en Il buco y follamos.

—¿En el bar?

—En los baños.

—Guau.

—No me juzgues, ¿tú nunca has follado en un sitio público?

—¿Tú qué crees?

—Bueno, pero tú eres un virgen de mierda.

—Lo que tú digas.

Zero no le quitó la razón, no porque no la tuviera, simplemente no le pareció lo más apropiado en aquel momento.

—¿Tengo razón o no?

—Tú sigue hablando.

—Eso es que sí —Secco rió para sí, y Zero supo que había tomado la decisión correcta por cómo se le incendió el corazón al escucharlo reír en la situación tan extraña y dolorosa que estaba pasando. —Pensaba que todo quedaría así. No quería volver al Buco después de... Pos de todo. Pero hace dos días lo volví a ver, en la calle, no se había duchado en semanas, olía a licor y mierda. Le invité a mi casa. No hace falta que me digas que fue una gilipollez, ya lo sé.