Capítulo 4 Ahsoka

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En la noche del siguiente día, tras la victoria de Padmé, se celebró un funeral simbólico para Qui-Gon, pues había sido un héroe que sacrificó su vida por los habitantes de Naboo. Ellos solicitaron permiso al Consejo Jedi para realizarle un funeral allí. Para esto, construyeron un muñeco con su apariencia y lo pusieron en una pira. Obi-Wan, quien estaba seguro de que su maestro sobrevivió o algo parecido, no estaba contento con eso.

—Y este es el héroe de Naboo —dijo Palpatine, acercándose a Anakin al terminar el funeral, al que asistieron los maestros Jedi, por lo que no parecían muy convencidos de que Qui-Gon siguiera existiendo.

Anakin estaba con Padmé y sus sirvientas, y Padmé se apresuró a asegurarlo frente a ella y mirar a Palpatine amenazadora. Palpatine sonrió, no había forma de que él no supiera que ella era la reina.

—Solo pretendo saludar a nuestro héroe, seguro no hay nada malo en ello —dijo Palpatine, más para Anakin que para Padmé y sus sirvientas.

—Senador Palpatine, la reina dice que usted es un inútil, y que solo quería lucrarse con la desgracia de Naboo. Si pudiera, lo despediría y lo investigaría por vago —dijo Anakin con el ceño fruncido.

Obi-Wan, que se acercaba para saludar y hacer las presentaciones, pareció dudar en acercarse, pero ya estaba a solo unos pasos, por lo que no pudo huir. Palpatine se rio.

—Joven Skywalker, ya me habían dicho que su inteligencia no era común. ¿Qué opina usted? —preguntó Palpatine.

—Opino lo que veo —dijo Anakin con tranquilidad—. En el Senado, cuando todos gritaban y parecían mercenarios borrachos, usted era uno de los pocos que guardaban silencio. No creo que sea usted inútil, solo que su Senado es inútil. También opino que es inteligente, pues pudo pensar que podrían tomar ventaja gracias a la situación y tratar de aumentar su poder. Aunque estoy de acuerdo con Padmé, su plan era muy malo, nombrarle canciller no haría nada para resolver la situación de Naboo, su Senado es un circo y cambiar al cirquero no tendría ningún efecto práctico, porque son los mismos monos —concluyó Anakin.

—¡Anakin! —exclamó Obi-Wan, que acababa de llegar hacía unos segundos y no encontraba cómo cerrarle la boca, desde el momento en que dijo que el Senado era inútil, y ahora que había llamado monos a los senadores, él estaba escandalizado. Palpatine lo ignoró y suspiró con tristeza.

—Me temo que mi joven amigo ha presenciado un espectáculo lamentable, por lo que entiendo su forma de pensar. Sin embargo, ese día fue desfavorable, había demasiadas tensiones e intereses en conflicto. Me temo que fue uno de los peores días del Senado. Pero espero que nuestro joven héroe no nos juzgue por haber tenido una mala presentación.

»Ahora que a duras penas he logrado conservar mi puesto después de esos desafortunados sucesos, aunque me he ganado la enemistad de su majestad, espero tener la oportunidad de demostrarle que puedo ser contundente con mis acciones. Como estarás cerca, es posible que te invite en uno de estos días a algunas de las sesiones del Senado. No queremos que nuestros futuros Jedi tengan una mala opinión del Senado —dijo Palpatine con tono diplomático.

—Claro, si los Jedi lo permiten —dijo Anakin mirando a Obi-Wan.

—Los maestros deben decidir sobre ello —dijo Obi-Wan evadiendo cualquier responsabilidad.

—Por supuesto —dijo Palpatine y le colocó una mano en el hombro para despedirse. Él era capaz de controlar el lado oscuro y ocultarse a la perfección. A pesar de sus sentidos superiores, Anakin no lograba captar nada de él.

—¡Anakin! —reprendió Padmé cuando estaban en su habitación, que ahora era la suya—. Palpatine es muy peligroso, es una serpiente que se oculta bajo la piel de un ratón. Antes no podía verlo, pero ahora, con solo haber averiguado un poco sobre su vida, lo veo con claridad. No debes tratar de jugar con él —aconsejó con preocupación.

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