Capítulo 21 Sith parte 2

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—Conde Dooku, la República no dejará estas acciones impunes —dijo Padmé apenas entraron al puente del crucero separatista en el que ahora viajaban.

—Senadora Amidala, permítame recordarle que hay cámaras en este lugar, y todos pueden ver que, al igual que usted, también enfrentamos una amenaza a nuestra seguridad con este ataque pirata —dijo el conde Dooku, que estaba sentado en la silla del capitán, con la senadora separatista, Mina Bonteri, y su hijo Lux a su lado derecho.

El resto del personal de la nave eran droides, y como escolta para su grupo de tres personas (la senadora Amidala, la senadora Rio Chuchi y la misma Ahsoka), estaba Ventress y su lengua seseante.

En frente del crucero y su pequeña guardia de otros dos cruceros, estaba una flota de diez naves piratas que estaban desplegando bombarderos en este momento. Era evidente que Dooku planeaba matarlas a las tres, pero Ahsoka no esperaba que él fuera a confesarlo, porque como él mismo había dicho, estaban transmitiendo en vivo y las comunicaciones no habían sido cortadas. Más evidencia de que Dooku estaba detrás de esto. No había forma de que los piratas hicieran un ataque de tal magnitud y les permitieran transmitirlo…

La nave se estremeció, y un droide informó que se acababan de quedar sin motores, y el crucero sufrió daños graves. Padmé apretó los dientes; ella entendía que no había forma de que Dooku tuviera sus manos fuera de esto. Él se había ofrecido a escoltar la comitiva diplomática solo para poder asegurar sus muertes, y todos allí sabían eso, incluyendo a Ventress, que respiraba hostilidad al lado de Ahsoka, aunque Ahsoka no podía sentir más que amabilidad del conde Dooku. Aun así, el anciano era un Sith, y Ahsoka no dudaba de sus malas intenciones.

—Senadora Bonteri, ya estableceremos responsabilidades sobre este acto desleal. De momento, mi deber es ponerla a salvo, y este crucero no es un lugar seguro —dijo Dooku.

La senadora Monteri asintió, pero Ahsoka sentía las dudas en ella, mientras Dooku se levantaba y guiaba el camino.

Ahsoka llevó la mano a su sable de luz, y Ventress a su lado hizo lo mismo, dándole un ceceo de advertencia.

—Solo inténtalo, pequeña padawan —siseó Ventress en un susurro inaudible para sentidos comunes.

—Ventress, has ganado confianza desde nuestro último encuentro —dijo Ahsoka también en un susurro.

—Esa era una situación en la que no podía tomarme mi tiempo para lidiar con un pequeño ratón. Tú no eres Skywalker —gruñó Ventress.

—No, yo no soy Anakin, y no “escaparás” una segunda vez —dijo Ahsoka, dejando claro que no serían las únicas en caer en este plan de Dooku.

—Silencio —ordenó el conde Dooku en otro susurro imperceptible, y Ventress retiró la mano de su sable. Ahsoka hizo una mueca y también retiró la mano de su sable.

El grupo caminaba con prisas por los pasillos del crucero, mientras el conde Dooku evitaba los pasillos y corredores más peligrosos sin siquiera mirarlos. De esta forma, a pesar de que el crucero explotaba por todos lados, su grupo llegó al hangar y a una lanzadera, sin nada que se interpusiera.

—Veo que tu habilidad para emprender la huida es una táctica que los Sith practican con frecuencia —susurró Ahsoka.

—Jedi… —las palabras de Ventress fueron interrumpidas por una mirada del conde Dooku, que supervisaba, o más bien se aseguraba de que ellos no escaparan en otra nave y se escabulleran de sus manos.

Ahsoka tampoco conseguía que el anciano perdiera el control y tuviera una oportunidad para aprovechar el caos y salir corriendo. Ahsoka pensó que un Sith no debería tener tal control de sus emociones.

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