Capítulo 12 Verdad y Reconciliación

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Un mes después, Anakin revisaba los archivos de la guerra tras una victoria arrolladora en un planeta pantanoso. Él llevaba días buscando a su objetivo, pues la Fuerza le decía que ya estaba por allí en algún lugar. Pero Anakin tenía problemas para localizarlo, porque se suponía que Dooku estaba con su objetivo, pero Dooku se estaba escondiendo, era evidente que no quería verlo, lo que le dificultaba encontrarlo y tenía que recurrir a la investigación.

Anakin no podía dejar esto de lado, porque su objetivo actual podía darle una ventaja a la República, que solo sobrevivía a este conflicto porque Palpatine no quería que terminara hasta que su poder fuera lo suficientemente grande, la reputación de los Jedi estuviera arruinada y la República cansada.

En cuanto a los separatistas, Palpatine nunca planeó que ganaran la guerra y se encargó de ensuciar su reputación desde un principio, a pesar de que en teoría sus postulados eran los correctos, pues pedían seguridad en el borde exterior y pulgar la corrupción del Senado. Esto no significaba que tuvieran toda la razón, porque ellos eran parte importante de la corrupción, pero tampoco eran los malos.

Anakin sonrió pues encontró lo que buscaba, y puso rumbo a Coruscant en la nave que había robado a Ventress y que gracias a los fondos de Palpatine, había adaptado a sus estándares. Palpatine debía estar maldiciendo a todos sus antepasados, pero no podía negarle nada, porque con él era un abuelo complaciente y hacer otra cosa despertaría sus sospechas.

Por otro lado, su objetivo actual apareció después de un día de búsqueda en los campos de batalla, pues tres cruceros Venators fueron destruidos y aún no se sabía qué había pasado, ya que no hubo sobrevivientes ni datos sobre el ataque. Con esta información y la Fuerza para guiarlo, no importaba si Dooku no daba la cara, su objetivo ya estaba localizado.

...

—Maestro, ¿por qué nos estamos infiltrando en nuestra propia casa? —preguntó Ahsoka mientras se colaban por las alcantarillas del templo.

—Es una inspección de seguridad —dijo Anakin con una sonrisa. Ahsoka puso los ojos en blanco.

—Maestro, no voy a caer esta vez —dijo Ahsoka.

—Entonces debe de ser que has madurado y aprendido a ser paciente —dijo Anakin con tono justo y siguió caminando.

...

—Maestro... —Anakin sonrió con malignidad, esta chica no aprendía la lección.

...

Cuando salieron de las alcantarillas, Ahsoka estaba enfurruñada porque no había logrado sacarle nada.

El consejo se mostró igual de sorprendido al verlos entrar y luego cerrar la puerta detrás de ellos.

—¿Caballero Skywalker, qué hace aquí? —preguntó Windu con el ceño fruncido.

—Acudo a mi cita con el consejo que el maestro Fisto me ha hecho el favor de acordar —dijo Anakin. Los miembros del consejo parpadearon.

—¿A qué se debe el secreto? —preguntó Windu.

—Bueno, esto es una visita diplomática —dijo Anakin con sinceridad, porque él pudo hacer como siempre hacía, ejecutar su plan y después rendir cuentas, pero esta vez, el papeleo posterior podría ser demasiado grande.

Anakin sacó un holograma con la información que había revisado antes y sus propios añadidos de los recuerdos de Xión, donde se mostraba su objetivo.

—Este es el Malevolence, la nueva nave insignia del ejército rebelde, que es comandada por el general Grievous en persona y Dooku. Cuenta con armamento suficiente para enfrentarse a una flota por su cuenta, y dos cañones de iones que, de forma literal, harían pedazos cualquier línea defensiva, inutilizando sus escudos —explicó Anakin. El consejo entero lució alarmado.

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