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Valentín se sentó en el mostrador en su lugar habitual, mirando a la puerta. Las palabras de su humano todavía resonaban en su cabeza.
"Resulta que al final no terminamos, ¿no te parece una buena noticia? Va a venir a almorzar"
El gato odiaba a esa chica con tanta pasión como un felino podía reunir. Estaba seguro de que ella también lo odiaba.
Un golpe vino de la puerta y Valentín gruñó, pero Agustín le frotó las orejas y se alejó de la comida que estaba preparando para abrir la puerta. La mujer rubia entró y miró a su alrededor con un ligero desdén, "Agustín, hay un olor horrible acá. ¿Eso que está ahí es una caja de arena?"
Valentín siseó y se dio la vuelta. ¡Por supuesto que usó su caja! ¡Él no era un mugriento! El departamento no olía a nada.
Agustín inclinó la cabeza, "Valen usa su caja todo el tiempo..." pero en lugar de echar a la chica por insultar duramente al gato, se abrazaron y... besaron... Valentín odió la vista frente a él. Volvió la cabeza y su atención volvió a la comida que Agustín había estado preparando. Tenía los ojos puestos en un jugoso trozo de carne recién cortado. Valentín se lamió los labios y esperó que Agustín lo empujara del plato por él, ya que era lo suficientemente respetuoso con el hombre como para no robar del plato o la tabla de cortar directamente.
El castaño regresó a la cocina, "Sentate, voy a terminar de preparar la comida y vengo" Agustín vio a su gato mirando un poco la carne y sonrió, dándoselo. Valentín estaba encantado de haber obtenido aquello que quería y se lo comió felizmente.
"¡Agustín! ¿Por qué lo dejas subir al mostrador? ¡Va a llenar la comida que estás haciendo de pelo de gato y gérmenes! Me sorprende que no estés enfermo ya" El chillido de la chica asustó a Valentín, y el gato, que prefería morir antes que dejar que lo tocara, saltó al suelo. Se subió a su almohada y miró a la mujer, quien ahora estaba limpiando el mostrador y revisando la comida de Agustín.
"Pero solo se sube ahí y se queda quieto. Nunca toca la comida..."
La mujer rubia dejó escapar un suspiro de exasperación, "Sos un desastre cuando no estoy cerca" se inclinó contra el chico y presionó sus labios contra los de Agustín. Las orejas de Valentín se aplastaron contra su cabeza y miró hacia otro lado, decidiendo que un baño sería mejor que enfermarse y sentir ese dolor agudo en su corazón.
