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Valentín frunció el ceño, sus orejas pegadas a su cabeza, "La puta madre" siseó, aunque no de la manera que hubiera preferido.
Agustín se mordió el labio. ¿Cómo iba a explicarle a su novia que su gato se convirtió en humano? Valentín caminó hacia el sofá y se agachó, "La concha de la lora, no hay forma de que entre acá abajo. ¡Odio ser humano!" gruñó, preguntándose si cabría debajo del sofá, pese a que la respuesta era más que evidente.
El santafesino lo hizo callar, "Anda a la ovina Valen, ¿si?"
Valentín puso los ojos en blanco y se dirigió a la cocina para sentarse contra la despensa. Escuchó a Agustín abrir la puerta.
"Hola, Agustín, vine para nuestra cita para almorzar... ¡Dios mío! ¡Ni siquiera estás vestido con nada más que tu pijama!" La voz de la chica resonó por el apartamento.
"Uh, si" Agustín fingió toser "Me siento medio mal, creo que me enferme. Mejor anda y nos vemos otro día, no quiero terminar contagiándote"
"Seguro te contagiaste de ese animal sarnoso que tenés acá". Valentín sintió hervir su sangre. ¡No era un sarnoso! "Hablando de él ¿dónde está? ¿Te deshiciste de él?"
Valentín sintió que su corazón se contraía cuando recordó por qué se había convertido en humano en primer lugar.
"Eh, sobre eso..."
"Agustín..."
"Solo dame un poco de tiempo, ¿está bien?... él es mi mejor amigo-"
"Es solo un gato. Podés conseguir uno mejor, o mejor, un pez. Esos no pueden romper las cortinas. En fin, te dejo descansar, otro día nos vemos".
Valentín escuchó el chasquido de labios en un beso y la puerta se cerró. Agustín se asomó por la esquina, "Che, ¿estás bien? Te ves un enojado"
"¿Enojado?" Valentín se puso de pie, saltando de una pierna a la otra, "¡Tengo que ir a la caja de arena!" Empujó a Agustín y abrió la puerta del lavadero.
Agustín lo atrapó antes de que cerrara la puerta, "Creo que lo mejor sería que uses el baño..." El chico lo guió hasta el baño, y una vez adentro, señaló el inodoro "Tenes que sentarte ahí y bajarte los pantalones y la ropa interior. Me voy, cualquier cosa si precisas ayuda me avisas" Agustín cerró la puerta, dejando a Valentín mirando el inodoro. Una vez que hizo sus necesidades, abrió la puerta, pero Giay señaló la pileta, "Tenés que lavarte las manos"
