Capítulo 19: La despedida

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Pasamos juntos los siguientes días en la playa, y esos días nos llevamos con nosotros a Tango. Dormíamos en casa, pero por la mañana nos encontrábamos en la playa y por la noche volvíamos para dormir. Un día estuvo gracioso porque cuando estábamos todos comiendo y haciendo tonterías aparecieron los padres como si fueran un desfile de modelos. 

- Ya ha llegado el club de los 9 - dijo mi madre.

Los padres se presentaron y nosotros también les hicimos hueco en el círculo de la sábana extendida. Como eran padres, ellos habían traído comida consistente, así que pasamos de tener ocho mil paquetes de papas fritas y cuatro pizzas del foodtrack; a tener una tortilla de patata enorme en el centro, platos y cubiertos de plástico, varias ensaladas de lechuga, maíz, atún, tomate, olivas y cebolla; 10 barras de pan y una olla enorme de carne con tomate. 

Empezamos a repartir pan y a hacernos bocadillos de carne con tomate o de tortilla de patata y esa tarde la pasamos allí todos juntos. Había venido mi madre, el padre de Mar, la madre y el padre de Alex, la madre de David, la madre y el padre de Mateo, y la madre y el padre de Álvaro. 

Ese mismo día era el último de Mario en Valencia, por lo que fue una despedida entrañable. Al día siguiente estábamos todos al lado de su coche despidiéndonos de él. 

- Avísame cuando llegues por favor - le dijo Mar mientras la daba un fuerte abrazo.

- Eso tío, manda alguna foto mostrando supervivencia por el grupo - le dijo David dándole un abrazo. 

Todos se despidieron de él, dándole ánimo y deseándole suerte. Diciéndole que iba a ser fácil y que conseguiría sus objetivos. Mi madre no estaba allí porque tenía una reunión por el trabajo, pero esa misma mañana había llorado 10 mares despidiéndose de su pequeño hijo. Cuando todos se habían despedido de él, se acercó a mi mirándome de manera significativa. 

- Gracias por todo - susurró en mi oído al darme un abrazo. 

Yo ni siquiera le contesté, solo asentí con la cabeza y esperé a que subiera al coche para decirle "Mucha suerte hermano". Después de eso arrancó y vimos el coche desaparecer en la carretera. Cada uno se fue a casa después de eso, y yo me quedé solo. Le envié un mensaje a Mar para que viniera con la escusa de que la casa estaba muy silenciosa, aunque estando Mario o no, había el mismo silencio de siempre. Esperaba que se diera cuenta de que lo que estaba haciendo no era correcto, que aclarara sus ideas y que madurara un poco. Creo que este viaje nos puede venir muy bien a los dos. 

Para mandarle un mensaje hice un poco el tonto porque empecé a hablar mezclando español e inglés para darle un toque gracioso. Sabía que Mar no estaba del todo bien al saber que su mejor amigo se iba todo el año. Durante los años anteriores siempre habían quedado para estudiar, incluso cuando mi hermano trabajaba y ella estudiaba, siempre encontraban un hueco y él la ayudaba con las materias que no conseguía memorizar. Realmente tenían una amistad preciosa.

Yo: Estoy esperanding a que llegues a casa

Yo: Así que run run 

Culo precioso: ¿Y ese bilingüismo repentino?

Yo: Me da por hablar espaninglish de vez en cuando

Yo: Pero vamos, te ha encantado. Indiscutiblemente

Culo precioso: Indiscutiblemente

Culo precioso: Jurado 

Yo: Bueno ¿vas a venir o qué?

Culo precioso: Ya estoy yendo 

Culo precioso: Wait a second please

En ese momento se me ocurrió una frase de Amador Rivas en "La que se avecina" que se ha convertido en una frase utilizada de manera graciosa en algunas situaciones o en algunos chiste. 

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