Capítulo 12: Juntos otra vez

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Se lanzó a mi como un koala y yo la abracé fuertemente sosteniéndola en el aire. 

- Te he echado mucho de menos - dijo separando su cara de mi cuello y mirándome con los ojos llorosos.

- Yo también. 

En ese momento fue a besarme pero yo aparté la cara. 

- Antes tenemos que hablar, ¿Cuándo acabas?

- En 2 horas, pero dime qué ha pasado.

- En 2 horas lo sabrás. 

Ella se bajó de mi y se separó un poco, mirándome con extrañeza y desconfianza. Me dolió esa mirada en ella pero me lo merecía. Aunque sabía que en el fondo lo iba a entender, una parte de mi no podía evitar sentir que nunca iba a perdonarme que hubiera besado a otra chica. En ese momento fue a decir algo, pero la corté al acercarme para darle un beso en la frente. Le dije que la vería en 2 horas y salí del local cabizbajo. Acto seguido me senté en el suelo apoyando la espalda en la pared exterior de la cafetería, y la esperé ahí sentado hasta que salió de trabajar. 

- Vamos a mi piso - dijo ella sin mirarme con expresión triste. 

- ¿Tienes piso aquí? - pregunté yo con extrañeza mientras me levantaba del suelo. 

- Uno alquilado. 

Caminamos en silencio sin decir nada, y cuando llegamos a su salón nos sentamos cada uno en un sofá. Eran dos sofás grandes colocados de manera perpendicular haciendo esquina, y cuando ya estábamos ahí me habló por fin. 

- Bueno, ¿Qué me tenías que decir?

Le conté absolutamente todo lo que había pasado desde que se fue, desde la conversación que tuve con su padre en el aeropuerto hasta mi llegada a Londres hacía prácticamente una semana. Ella me miró en silencio sin decir nada y escuchó todo lo que tuve que decirle hasta que quise enseñarle los chats con Alex y Layla. 

- Léelo. Mira que no te estoy mintiendo. 

- No voy a leer nada -. cuando dijo eso me desesperé. 

- Mar por favor créeme que te estoy diciendo la verdad y que aquí esta la prueba. No me digas por favor que no quie...

En ese momento me interrumpió cuando se levantó del sofá a la velocidad de la luz y se lanzó hacia mí como si fuera una pantera. Caí hacia atrás, quedando tumbado en el sofá boca arriba y ella estaba sobre mi, y en ese momento me besó. 

- Ahora no te apartas - dijo ella mirándome sonriente. 

- No lo entiendo, per... - dije extrañado, pero me volvió a callar con otro beso. 

- No necesito mirar tus conversaciones para saber que no me mientes. Yo confío en ti y te creo en lo que me dices. La verdad es que cuando me lo has dicho en la cafetería me he asustado bastante pero ahora que me lo has contado te entiendo perfectamente y no te preocupes porque sabes que me alegro de que lo hicieras. Hiciste lo correcto - me dio un beso - y estoy orgullosa de ti. ¡ERES UN EXAGERADO ADEMÁS VINIENDO SOLO POR ESO!

Yo la miré embobado, no me podía creer que de verdad fuera mi novia. Era literalmente perfecta y volver a estar abrazándola mientras me sonreía y se reía era la mejor sensación del mundo. En ese momento empecé a sonreír yo solo de la felicidad que sentía en esos momentos y ella volvió a hablar. 

- Se te cae la baba. 

Esa frase ya me la había dicho el día que nos interrumpió Mario en mi habitación, y cuando volví a oírla me entraron ganas de hacer todo lo que no pude hacer esa noche por culpa de mi querido hermano. En ese momento nos di la vuelta, dejándola a ella abajo, y empecé a besarla con ganas (con todas las ganas que tenía acumuladas desde hacia 3 semanas). Me respondió enseguida siguiéndome el beso y hundiendo sus manos en mi pelo. Ese día no tenía condones pero no me hacían falta. No necesitaba llegar a eso, pero la necesitaba a ella. Seguí besándola y repartiendo besos por todo su cuello hasta que enredó sus piernas en mi cintura. En ese momento vi buena idea la de levantarme, llevándomela conmigo. Una vez de pie le quité a ella la blusa amarilla que llevaba y la pegué a la pared. Seguimos besándonos desesperadamente hasta que le pregunté dónde estaba la habitación. Señaló una puerta al final del pasillo pero hasta llegar allí podían pasar muchas cosas. Para llegar hasta la habitación había que pasar por la cocina, por lo que la separé de la pared para caminar unos metros y dejarla en la encimera. Tuve que separarme de ella para dejarla, pero en ese momento abrió sus piernas y me atrajo hacia ella de nuevo estirándome del cuelo de la camiseta. Me besó mientras bajaba las manos hasta coger la camiseta de la parte baja y levantarla hasta quitármela. Luego volvió a besarme y echó la espalda hacia atrás hasta el punto en el que quedó tumbada en la encimera, y como yo ya no llegaba a sus labios, empecé a besar toda la zona de su abdomen. Ella arqueó su espalda y volvió a estirarme del pelo. Acto seguido volví a levantarla y llegamos a la habitación, donde nos dejé caer en la cama. Fue gracioso porque calculé mal y rebotamos, cayendo al suelo de espaldas con ella encima de mi. 

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