XI

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Habían pasado 6 largos y dolorosos meses para Samantha que estaba hundida, sobrevivía cazando lo poco que los Brutes le dejaban, escuchando en la radio cómo sus compañeros perdían batallas una tras otra sin que ella pudiera hacer nada, cada ves estaba más y más triste sintiendo culpa cada vez que recordaba ese momento en la Infinity, si hubiera Sido más rápida hubiera podido salvarlo, pero las cosas no salieron como ella hubiera querido.

La explosión del anillo la había conmocionado, pudo escuchar el fuerte estruendo incluyendo los reportes de sus compañeros de eso y que habían tenido un viaje desliespacial pero de nuevo no podía hacer nada.

Cada día que pasaba las pesadillas eran cada vez más fuertes y se sentían mucho más reales, ni hablar de la frecuencia de su presencia por qué era abundante.

Su paranoia había aumentado, pues estuvo cerca de que los desterrados la descubrieran más de 3 veces, ahora no podía dormir con tranquilidad por qué sentía que en cualquier momento la encontrarían en el interior de la cueva.

Samantha normalmente no tenía miedo de morir, pero su situación ahora la hacía temer el fin de su vida. Los desterrados cada vez ganaban más terreno y la UNSC estaba en clara desventaja.

Desde que él se había ido todo había caído por la borda, y la explosión del anillo había conmocionado a todos pero... sin duda les había dado tiempo a sus compañeros solo esperaba que ese tiempo hubiera Sido provechoso.

Samantha se levantó del asiento de warthhog que había conseguido  y camino a la entrada de la cueva, quería lavarse la cara, así llegó a una pequeña lagunilla de agua dónde miro su reflejo demacrado y con ojeras enormes que tenía por la falta de sueño, se lavo asegurándose de no tener nada de suciedad y se quedó un momento ahí, mirándose. Claro que sin descuidar sus alrededores.

Era increíble como todo había pasado tan rápido, nadie se lo esperaba, nadie lo vio venir.

La preocupación era otra de las emociones más frecuentes que sentía, pues aún no había escuchado nada de su equipo en la radio, solo de la compañía de Griffin que desgraciadamente habían estado cayendo uno a uno a lo largo de los meses, un día simplemente dejo de escuchar las transmisiones de Griffin, supuso que le habían capturado. Rogaba que aún estuviera con vida. Pero no había escuchado nada de su equipo aún, solo esperaba que también estuvieran sanos y salvos.

Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta que la radio emitía un pitido suave e intermitente hasta que vio el reflejo de una luz verde detrás de ella. No tardó mucho en correr hacia la cueva con una sonrisa en su rostro y miro el radar que tenía la radio dándose cuenta que había una BOA a unos escasos 80 metros de su posición. Tenía que ir, aunque con cautela, esperaba que pudieran reparar su armadura para regresar al combate. Tenía que hacerlo por sus compañeros caídos, por su equipo, por la humanidad, por el jefe maestro.

Rápido tomo su casco y puso un marcador en la ubicación y salió de la cueva con su rifle en la espalda, lo utilizaría solo de ser necesario pues solo tenía 50 balas en el cargador.
Corrió por los arbustos casi como un depredador listo para cazar; silenciosa fue así como evito unas cuantas patrullas de desterrados. No tardó mucho en llegar al lugar.

Subió poco a poco a lo que parecía una plataforma desterrada aún con cautela, pues no quería caer en una trampa o algo similar aunque le extrañó ver varios cuerpos enemigos esparcidos por el piso. Cuando llegó a la parte alta logro divisar un pelican pero había algo más.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y una sonrisa boba estaba en su cara, agradecía mucho en ese momento el casco pues pudo divisar en ese momento a un enorme spartan de armadura verde hablando con un piloto.

HALO: SIERRA 117Donde viven las historias. Descúbrelo ahora