XIII

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Una pequeña niña pelirroja miraba con ansias una puerta de madera agrietada de color azul, esperaba casi dando saltos que su padre le abriera la puerta.

—tienes que tener cuidado, no seas muy brusca con tu mamá ¿De acuerdo?—

Los ojos de la niña brillaron de emoción —¡Sí papi!—

Pronto la puerta fue abierta y por fin la niña pudo hacer contacto visual con una mujer pelirroja y de tez pálida que yacía en una camilla.

La mujer al verle de inmediato le sonrió aunque su expresión se veía claramente cansada. La niña lentamente se acercó a la mujer en la camilla y esperó a que su madre le diera instrucciones de acercarse o algo teniendo en mente no ser brusca como le había dicho su padre.

—ven mi amor— le dijo su madre haciendo un pequeño ademán con la mano, así que la niña se acercó con lentitud.

Miró el rostro de su madre con atención, se veía enferma pero aún así la amable mujer le dirigía una mirada cargada de amor.

–eres muy dulce Samantha, gracias por visitarme— le dijo la mujer sonriente acariciando el rostro pecoso de la niña.

—ya quería verte, mi papá no me dejaba—

La sonrisa de la mujer comenzó a amargarse y sus ojos se cristalizaron avisando que iba a romper en llanto.

—escucha Samantha, pronto yo me iré… prométeme que serás una buena niña, yo sé que el destino te aguarda futuro brillante, tienes que tener una buena pareja a tu lado, alguien te ame como seas, que se preocupa más por los demás que por si mismo, alguien fuerte y valiente, eso será tranquilizante para mí cuando te vea, ten en cuenta eso Samantha…

Poco a poco la voz rota de la mujer comenzó a distorsionarse escuchando cómo está decía su nombre dejando eco en el espacio que comenzó a desaparecer hasta tornarse todo oscuro, la voz tomo el tono de un hombre y despertó de golpe levantándose rápido para tomar su arma.

—¡señor!— exclamó Samantha con un saludo marcial hacia su superior: el jefe maestro. Más el hombre le miro un momento —descansa soldado—

De inmediato la pose de Samantha se relajo tomando de nuevo asiento —iremos al sitio de excavación que Griffin nos mencionó, el creía que el conservatorio del que hablaban podría estar ahí, iremos a averiguarlo.–

El piloto salió del pelican sin siquiera saludarle y solo dijo con cierta pesadumbre y negatividad —eso me huele a que es una trampa—

La IA hablo desde la armadura de John. —eso es más que seguro—

Samantha miró al piloto con cierta molestia —si, es más que probable pero quedarnos aquí no va a solucionar nada y no podremos volver a casa, tenemos que ir—

El piloto se acercó de forma desafiante a Samantha —si… Y que nos maten a todos, por que eso es lo que veo que va a ocurrir.—

Samantha solo se molestó más ante su comentario acercándose también de forma desafiante casi pegando su rostro al del piloto para intimidarle —tu negatividad y cobardía que tienes no nos va a ayudar en nada, tenemos que hacerlo por el bien de todos—

John se acercó al ver que las cosas podían terminar mal —basta, tenemos que irnos antes de que los desterrados avancen más—

Samantha de inmediato retomó su compostura  e hizo un saludo marcial para ponerse su casco y seguío al jefe maestro rumbo al pelican, se sentó justo frente a él mirándole con curiosidad, quería saber si su estado de ánimo había mejorado aunque sea un poco.

—jefe… ¿Cómo se siente?— pregunto Samantha esperando que de forma genuina el Spartan haya mejorado su estado de ánimo, pero John ahora no tenía tan en mente lo sucedido con el spartan Griffin, lo que ahora rondaba por su mente era por qué razón Samantha soñaba con cosas como El flood y los anillos cuando nunca había tenido contando con ninguno de los dos antes, era algo extraño y hasta cierto punto confuso, puesto que no encontraba explicación.

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⏰ Última actualización: Aug 01 ⏰

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