; golden - boy

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El castaño se miraba en su reflejo, con un suspiro, cambió su rostro cansado a una expresión encantadora

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El castaño se miraba en su reflejo, con un suspiro, cambió su rostro cansado a una expresión encantadora.

Se suponía que le presentarían a Chelsea Van Der Zee, la Omega del momento, ya que, contra todo pronóstico, luego de décadas sin que algo así ocurriera, la chica era una cambiaformas, cosa que llamó la atención de todo el mundo.

La familia de la Omega buscaban al mejor Alfa para su hija, del linaje más puro posible, con la esperanza que, al tener hijos, estos nazcan con los mejores genes, incluido el propio don de transformarse en un adorable lobito a voluntad, tal como esa tal Chelsea Van Der Zee podía hacer.

Y él era uno de los candidatos principales, familia de magnates, heredero de una fortuna, hijo único y perfecto, apodado el Golden Boy por todas sus cualidades.

Pero a Kevin Bell le importaba tres pepinos qué tan fabulosa pintaran a esa Omega.

Porque esa desconocida no era quien él quería para su compromiso.

Aún, con esfuerzo, se arregló con ropa elegante, se acomodó el pelo hasta quedar perfecto, y se colocó una sonrisa rompecorazones en el rostro.

Luego de una última mirada en el espejo, se volteó para salir de su amplio dormitorio.

Su sonrisa no duró mucho al ver a un pelicorto parado en el umbral de la puerta, el Beta lo miraba con súplica.

Había discutido con Connor Price en cuanto se enteró que le presentarían a una Omega, exigiendo que se revelara contra sus padres, ya que no quería ese arreglo.

Lo habían discutido muchas veces. Ya que ambos debían tener que mantener su relación en secreto.

La familia Bell no dejaría que su linaje se perdiera si el último descendiente elegía a un Beta; su familia no funcionaba así, ellos eran Alfas y Omegas, no había lugar para algo como Connor.

Para el mundo, ellos eran amigos; pero a solas eran su propio mundo.

Y por esa razón el corazón de Kevin se destrozaba cada vez un poco más.

No habían hablado desde hacia unos días, cuando la señora Bell había aparecido en la casa de su hijo para darle la noticia de su compromiso.

Pero cada vez que se cruzaban, Connor tenía esa misma expresión de "Por favor, no lo hagas" en el rostro.

Kevin suspiró, se acercó a él con paso tranquilo, hasta quedar a unos centímetros de su rostro.

─ 𝐃𝐄𝐋𝐓𝐀 | Chelby AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora