; emus - maximus

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─¿Escuchaste de la última hija de los Van Der Zee? ¿Chelsea?

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─¿Escuchaste de la última hija de los Van Der Zee? ¿Chelsea?

─Leo, obviamente que lo escuché. ¿Crees que vivo en una cueva?

Ohhh, Carl, siempre tan mala onda. Pero enserio, esa Chelsea me trae fascinado.

─No eres el único.

Digo, una bonita y adorable Omega, que además, es una cambiaformas. ¿No es la cosa más linda y especial que has escuchado?

A ver si mueves tu culo de la máquina, pelirrojo estúpido.

Ambos jóvenes miraron a la muchacha detrás suyo, de piel celeste y pelo azul.

Los dos chicos hicieron una mueca de confusión, no habían sentido un mínimo olor de la presencia de aquella chica.

Leo rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyado, tomando la mano de Carl, los dos Betas se fueron, caminando apresuradamente por el pasillo del edificio de la universidad.

Ruby por fin pudo pedir su gaseosa a la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de los otros dos.

En verdad, ella había escuchado acerca de ese caso tan especial llamado Chelsea Van Der Zee; siendo una joven Omega, ya era bastante especial, pero no fue conocida hasta hacia unos días, cuando el mundo se enteró que la chica de diecisiete años era una cambiaformas; pasando de ser una muchacha a un lobo rojo.

Por muchos años, se creían a los cambiaformas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood.

Claro que Ruby tenía tanto interés en ese tema como lo que le importaba hablarle bien al estúpido de Leo.

Un menos diez porciento, para ser más exactos.

Con su refresco en la mano, volvió a la biblioteca, lugar donde se dedicaba a hacer las únicas dos cosas que hacía en la universidad: estudiar o dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminar haciendo la segunda cosa.

Dejando a sus pies la lata media vacía, se acostó en el sillón del fondo de la biblioteca.

La bibliotecaria era una joven Alfa de poco más de dieciocho años que sabía de las siestas de Ruby, pero no le molestaba en lo absoluto, por otro lado, la despertaba sólo cuando un profesor o el mismo director entraba para corroborar el buen uso de la biblioteca; por esa razón, la peliazul dormía con un libro entre las manos, así cuando se despertara, sólo fingirá leer.

Buenas tardes saludó a la Alfa tras el largo escritorio.

Ruby podía considerar a la joven como la persona que más apreciaba de toda su universidad, y la única que elegiría como amiga si tuviera algún interés en hacer uno.

─ 𝐃𝐄𝐋𝐓𝐀 | Chelby AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora