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Ruby comprendió cuando Chelsea había dicho que conforme pasaban los días tendría más ganas de consolarse, porque durante el resto de la mañana, el mediodía y la temprana tarde no lo había dejado separarse de ella ni para bañarse, aunque ella tampo...

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Ruby comprendió cuando Chelsea había dicho que conforme pasaban los días tendría más ganas de consolarse, porque durante el resto de la mañana, el mediodía y la temprana tarde no lo había dejado separarse de ella ni para bañarse, aunque ella tampoco puso mucha resistencia. Aunque el baño quedó en segundo lugar, ya que también terminaron haciéndolo bajo la ducha, jugando con la espuma del shampoo, con risas y besos, hasta terminar con el cuerpo de la menor acurrucado contra el pecho de Ruby, con esta acariciando su espalda en círculos y apoyando el rostro sobre la cabellera de la Omega, inhalando su aroma.

—¿Sabes que conocí a tu hermano? —soltó Chelsea de la nada, haciendo que Ruby tardara unos segundos es responder con un simple "¿Qué?"—. Sam Gillman —añadió.

La peliazul asintió, por supuesto que sabía el nombre de su hermano.

—Me habló mucho de ti —continuó la Omega—. Se ve que te extrañan bastante, te siguen esperando.

Gillman tardó un segundo en suspirar.

—Que digas esas cosas no me hace sentir mejor o algo, ya lo sé, prefiero no hablar de-

—Me dijo que si tú hubieras estado en casa aún, me hubieran presentado contigo en vez de el.

Las palabras la hicieron callar.

Chelsea movió un poco el rostro para mirar hacia arriba, chocando su ojos con los de Ruby.

—Si no me hubieran marcado... Y yo no hubiera huido —habló la mayor con lentitud—. Yo sería una de tus pretendientes —sonrió.

Chelsea asintió.

—Incluso si nada hubiera pasado nos hubiéramos conocido —respondió la Omega—. Destino.

Ruby alzó el rostro de su chica para besarla.

Al salir del baño, cuando ya comenzaron a tener frío, Ruby tomó una toalla para la rojiza y otra para ella, aunque no había terminado de secarse la mitad del cuerpo cuando Chelsea pasó la toalla sobre ella, enganchando su cuello para atraerla hacia sí misma, sonrió a a centímetros de su rostro antes de besarla.

A Ruby simplemente le encantaba.

Pensó apenas unos días atrás, donde se había avergonzado cuando despertó abrazando a Chelsea en la primera noche. Y ahora estaban pegadas piel con piel sin ninguna vergüenza de su desnudez, habían aprendido que la ropa sólo les era un estorbo.

Las manos de Ruby bajaron sin querer hacia el collar de la menor, tocando la textura de la tela que lo forraba.

Sus dedos fueron hacia la curva entre su hombro y cuello, y maldijo al collar con todo su corazón.

─ 𝐃𝐄𝐋𝐓𝐀 | Chelby AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora