; melancolía

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Sam regresó a la casa de Kevin Bell, el castaño lo había llamado para que fuera, y esperaba que fuera importante, porque había tenido que dejar a su hermana para lo que sea que la chica quería

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Sam regresó a la casa de Kevin Bell, el castaño lo había llamado para que fuera, y esperaba que fuera importante, porque había tenido que dejar a su hermana para lo que sea que la chica quería.

—El joven Bell salió un momento —le dijo el mayordomo cuando entró a la casa.

Sam rodó los ojos con fastidio, ahora aquel niño lo hacía esperar.

—¿Desea esperarlo en la sala? —ofreció el hombre.

—Si no tengo otra opción... —masculló.

Caminó por sí mismo hasta la sala de estar, con intención de sentarse en el que se había convertido en su sillón favorito, individual pero amplio, y con una agradable vista al patio trasero.

Pero alzó las cejas cuando notó una cabellera rulienta sobre el respaldo.

Alzó las cejas, ofendido, rodeó el sillón para ver el rostro de un chico joven y de rasgos muy atractivos, que alzó su mirada de ojos claros de su celular hacia el rostro de Sam.

El de rulos hizo una mueca con los labios al sentir el olor de aquel tipo.

—¿Pasa algo? —preguntó Connor, en tono normal, casi desafiante.

Sam chasqueo su lengua, más que ofendido.

—¿Cómo te llamas, niño?

—Soy Connor Price —respondió con desinterés—. ¿Debería conocerte?

—En realidad no, pero ya que estamos —se llevó una mano al pecho—, Sam Gillman.

—Oh, sí, el que dio el discurso motivador con Kevin hace unos días.

—El mismo.

Connor asintió una vez, y volvió a mirar su celular.

Sam permaneció de pie unos segundos, al notar que el otro no tenía intención de levantarse, suspiró, sentándose el el sillón más amplio, acomodando los pies sobre el mismo.

Entre el castaño que lo había llamado para luego irse, y aquel ruliento en su lugar favorito, ya habían logrado ponerlo de mal humor.

Pasaron más de diez minutos hasta que Kevin llegó, pero apenas un minuto antes de que el auto entrara a la propiedad, el beta se levantó y salió de la sala, ganándose una mirada extraña por parte de Sam.

Cuando el alfa apareció en el umbral notó el humor del azulino al haberlo hecho esperar, y tragó duro.

—¿Qué querías?

─ 𝐃𝐄𝐋𝐓𝐀 | Chelby AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora