; ¿me ayudarías?

696 105 23
                                    

El corazón de Chelsea se había llenado de gratitud

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El corazón de Chelsea se había llenado de gratitud.

Ruby le dedicó una sonrisa, aún ruborizada, antes de soltar el abrazo, miró hacia la mano de la Omega, tomándola para alzarla frente a su rostro, viendo la piel rojiza y algo hinchada de esta.

—Te quemaste con el ramen —dijo, y Chelsea pareció avergonzarse.

Ruby la soltó para abrir uno de los cajones de la cocina, dejando ver algunas cajas de medicamentos y otras más pequeñas con algunas cremas, leyó algunas cajas hasta encontrar la que buscaba, cerrando el cajón con el pie al pararse.

—Toma, es para quemaduras —le entregó la cajita.

Tomó ambos tazones de ramen y los llevó a la mesa, agradeció a Chelsea por la comida, la rojiza respondió con una sonrisa mientras se masajeaba la mano con un poco de crema, para que se absorbiera bien.

Comieron en silencio hasta terminar todo lo que tenían servido, Ruby volvió a llenar el cuenco con más comida por lo rico que estaba.

Chelsea esperó en silencio a que la otra terminara su comida, y se levantó con intención de sacar los platos y lavarlos, pero la mayor la corrió con algo de brusquedad.

—No hagas nada, Chelsea, con que cocinaras es suficiente —dijo, pasando lo que habían usado al lavamanos de la cocina, abriendo el grifo.

Chelsea sólo asintió, y volvió a sentarse en la mesa, viendo a Ruby, de espaldas a ella.

A la peliazul le parecían preocupante la actitud que había adoptado la chica en tan pocos minutos, el cómo se había puesto sensible y había insistido en irse, cuando días antes casi rogaba por quedarse, su loba estaba inquieta en su interior, quien también quería saber por el cambio brusco de la Omega.

—Creo que lo mejor será irme en la noche.

Las palabras habían sonado tan distantes, con tan pocas ganas y sentimientos, casi monótonas.

A Ruby se le cayó el cuenco que estaba lavando haciendo un ruido fuerte contra el metal del lavamanos al chocar, y salpicando un poco su ropa.

—¿Ruby? ¿Estás bien?

Ruby no pudo hablar, su vista se nubló un poco, apretando los dientes, se giró, acercándose a Van Der Zee, inclinándose sobre ella y quedando a pocos centímetros del rostro de la Omega.

No.

Su voz había salido de lo más hondo de su pecho, en un tono que hacía mucho tiempo no usaba y creía perdido.

─ 𝐃𝐄𝐋𝐓𝐀 | Chelby AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora