; vive tu vida

343 46 12
                                    

—Si

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si... No se ha levantado, no sé cuánto tiempo ha estado en el nido. No sé exactamente cuándo lo hizo.

Kevin abrió un poco la puerta para mirar hacia la cama, al cuerpo hecho un ovillo bajo las sábanas.

Está dormida ahora, estuvo llorando un buen rato hasta que durmió.

Habían pasado las horas, era casi la media tarde, Sam no había regresado y tampoco contestaba ninguna de las mínimo diez llamadas que le había dejado, ni había leído los mensajes.

Escuchó al médico suspirar.

¿Todavía no la marcaste, Bell?

Nodijo, bastante bajo.

¿Qué esperas?

Kevin no quería hablar, no quería hacerlo.

No quiero marcarla sin que ella quieradijo la primera excusa que se le pasó por la mente.

Si te refieres al tema del amor, Bell, eso puede esperar, pero la vida es algo más importante, chico. Ya tendrán tiempo para enamorarse, pero para eso Chelsea tiene que sobrevivir, debes hacer el lazo.

Kevin negó, por más que el doctor no lo viera.

Sin querer decir nada, el joven alfa colgó, se giró a la puerta y la miró un momento antes de entrar al cuarto.

Se acercó a la cama, viendo el tranquilo vaivén de la respiración de la omega.

Apoyó una mano en el hombro de la menor.

Chelsea... Despierta, tengo algo importante para decirte... movió un poco su cuerpo, pero la chica no reaccionó. Chelsea... ¿Chelsea?

Corrió las sábanas que la cubrían, viendo lo tranquilo del rostro de la rojiza al dormir, y como sus labios se movían un poco con su lenta respiración.

Kevin apoyó el dorso de su mano sobre la mejilla de la omega, estaba muy fría.

Chelsea ya no tenía rubor en el rostro, al contrario, su piel casi parecía papel, con oscuras y moradas ojeras bajo sus ojos, además de sus labios tenían un tono azulado.

El corazón de Kevin se aceleró por la preocupación, la chica se veía mucho peor que antes.

Subió a la cama, olvidándose en que para abrir los ojos, sus pestañas se aleteaban, apretaba los ojos y apenas abría una rendija para ver, aunque no pudo mirar bien al castaño.

─ 𝐃𝐄𝐋𝐓𝐀 | Chelby AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora