Capítulo #7

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𝔉. Efímero.

CHAPTER SEVEN contacto

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CHAPTER SEVEN
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   𝔖ullie jugaba animadamente ajedrez con su hermano en lo que solía ser una mesa para niños. Intentaba hacerle olvidar a Suk un poco la horrible realidad que estaban viviendo en ese momento, ya que, al fin y al cabo, es un niño, y ese mundo no estaba echo para ellos.

   Los niños no merecían vivir esa cruel realidad que azotaba el mundo. Ella deseaba lo mejor para su hermano, desde que nació se preocupo por su felicidad y bienestar, parecía hasta más madre que su propia mamá.

    Le sorprendía ver cómo el niño a sus casi nueve años de edad manejaba con maestría el ajedrez, que ella le había enseñado. Sonrió al ver la cara de concentración del menor, como inflaba las mejillas y miraba con detenimiento las fichas como si su vida dependiera de ello. Era simplemente tierno.

    —¡Jaque!— dijo Suk colocando a la Reina en diagonal al Rey de la contraria.

  Sullie al ver que estaba prácticamente sin jugadas, gracias a las Torres y a la Reina del menor, volteó la ficha de su Rey en señal de que se rendía. Suk la miró feliz y le sacó la lengua riéndose de ella. La pelinegra hizo un puchero exagerado y fingió estar triste, para después tomarlo distraído y alzarlo por las piernas como un saco de patatas.

   —¡Bájame, Sumiii! —exclamó sonriendo.

   —Déjame pensarlo— hizo un gesto como si dudara—¡No lo haré! —siguió dándole vueltas y corriendo por todo el lugar.

  —Sumii hazme el súper héroe— la chica entendió la referencia. Incorporó a Suk para después cargarlo como si fuera un súper héroe. El menor extendió sus brazos imitando a Superman. —¡Siii! ¡Voy a salvar el mundo!— exclamó cuando su hermana comenzó a correr con el en brazos.

   La felicidad de la mayor no duró mucho, al presenciar un mareo repentino que hizo bajar a Suk de sus brazos y sentarse en el suelo. Tocó su sien, mirando hacia abajo con el ceño fruncido. Masajeó un poco el inicio del puente de su nariz con sus dedos, tratando de razonar cuál había sido la causa de aquello.

—¿Sumi estás bien?

La nombrada iba a responder, pero no logró articular palabras al observar pequeñas gotas de sangre caer de su nariz e impactar contra la baldosa del suelo. El castaño se asustó al verlas, por lo que tomó rápidamente una servilleta y se la extendió a su hermana preocupado.

   —T-tranquilo, Sukkie. Ven acá— lo llamó para que se sentara en sus piernas— prométeme algo, pero no le puedes decir a nadie. ¿Sí?— dijo, cerrando su mano en un puño dejando solo el meñique extendido. El niño imitó su acción imitando una promesa— Lo que está pasandome se quedará entre ambos, no le digas a nadie. Ahora no podemos confiar en nadie que esté aquí, si les dices pueden hacerme algo malo, y no quiero dejarte solo con estas personas si me llegasen a desaparecer.

𝐄𝐅𝐈𝐌𝐄𝐑𝐎 | Sweet Home.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora