Llegué a clase junto con Daniel y Marcos, los dos estaban hablando a lo suyo y yo iba pensando en la fiesta del viernes, iba a ir una chica con la que llevaba escribiéndome una semana, demasiado ya para mí. Tenía un carácter potente, pero en vez de lanzarse como siempre, había decidido que nos escribiéramos. Era la que todos buscábamos porque se juntaba con todos los chicos y pasábamos buenos ratos disfrutándonos como todos queríamos.
Pensé que nos estábamos pasando, no sabía si estaba cagándola porque no quería nada serio y creía que ella lo sabía, pero cada vez intentaba que hablásemos más. Yo intentaba complacerla pero el viernes se iba a acabar, o hacíamos lo que llevaba esperando tanto o le dejaba de escribir.
—Espera Juan—escuché a alguien gritar impacientemente detrás de mí.
Me detuve aunque los otros seguían andando para la clase sin prisa, todavía quedaban 15 minutos para que sonase el timbre. Me giré mientras Carmen se detenía a mi lado con la respiración agitada.
—Pedro y Laura han ido al baño y me he quedado en mitad del pasillo sin saber qué hacer. A esos dos no hay quien los aguante, no es por ser una mierda de amiga, pero deberían acabar con eso ya, yo ya se lo he dicho—me contó algo cansada ya del tema.
—Ya, pero están deseosos—le dije calmado mientras le metía un mechón de pelo rebelde detrás de la oreja.
Se tensó con mi contacto y miró hacia otro lado. Carmen había cortado conmigo hacía ya un par de meses porque decía que no estaba bien conmigo, que yo pasaba de ella y que no quería estar con alguien al que no le importaba. Le había insistido en que eso no era verdad, que ella era celosa y creía que le prestaba más atención a otras, pero que yo la prefería a ella. No es sólo que me prefieras, tienes que demostrármelo. Esa frase que me dijo agobiada intentando hacerme entrar en razón se me quedó marcada.
Habíamos decidido ser amigos y nos llevábamos genial, pero eso no quitaba las ganas que tenía de estar junto a ella, de poder rozarla sin que ninguno de los dos nos sintiéramos incómodos. Ojalá pudiéramos disfrutar sin compromisos, tenía tantas ganas que a veces no podía aguantarme al tenerla siempre a la vista.
Todavía recordaba cuando habíamos empezado a hablarnos, yo le había escrito por unas tareas y luego eso se alargó más de lo que nunca me imaginé. Ella mostraba más interés que yo, pero a mi se me notaba de lejos que no me podía separar de ella. No sé ni cómo pasó, pero cuando me dijo de salir tuve claro que estaba adicta a ella.
Cuando pasó un poco de tiempo, nos fuimos distanciando, y de tenerla siempre me había acostumbrado a su cercanía y ya no me importaba tanto estar sin ella. Me confié demasiado, pero tampoco iba a echarla de menos como si fuese un perrito enamorado y fiel. Punto final a una historia y a empezar otras como las que había tenido siempre.
—Tranquila—le giré la cara para que me mirase y poder sentir su suave piel. En sus ojos pude distinguir ese brillo que me dedicó durante un tiempo apagado por la frustración y enfado.—No creo que Pedro aguante su superioridad mucho tiempo.
Se relajó cuando aparté mi mano de ella, asintió y se dio la vuelta. La observé alejándose por el pasillo, en su cabeza agachada notaba su agobio. No podía seguir echándola así cuando ella venía a buscarme porque me necesitaba.
Volví a seguir mi camino y entré en la clase. Mierda, no estaba mi compañero de filosofía así que sin pensarlo mucho me senté al lado de Lucía que estaba sola porque también había faltado su compañera. La otra opción era estar solo como un marginado al fondo y no me apetecía. Además empecé a recordar que la habían nombrado al entrar al instituto, Marcos estaba picando a Dani diciéndole de invitar a ella y su amiga Rosa a la fiesta.
Con esos pensamientos, giré la cabeza hacia a ella evaluándola de arriba a abajo. Coleta baja, top ajustado azul básico y unos vaqueros blancos con bolsillos delanteros. Tenía las manos sobre la mesa y pude apreciar sus uñas cortas pero bonitas. Sin anillos, colgantes o peinados elaborados, sencilla y sin llamar la atención, se camuflaba en su silencio.
—¿Vienes el viernes a la fiesta que hay en el Luck?—Estaba inmersa en sus pensamientos y se asustó cuando me escuchó cerca de su oído.
Para mi sorpresa se repuso del sobresalto rápido y se acercó a mí como yo había hecho segundos antes.
—No lo sé, tenía planes, ¿tendría que ir?—me preguntó con una inocencia fingida, delatada por sus ojos.
—Tu verás, dicen que va a estar bien—intenté no mostrar mi asombro ante lo atrevida que era.
Me incliné sobre mi cuaderno para copiar la pizarra dando a entender que no esperaba una respuesta. Esta chica era todo fachada, un misterio, cualquiera que me lo hubiese dicho ni le habría creído. Tal vez era la típica que bailaba en las fiestas pero luego ni las comentaba al día siguiente. A saber, creo que no me podría esperar nada.
Cuando acabó la clase se lo conté Dani y Marcos, que se quedaron perplejos, aunque Marcos soltó una carcajada divertida mientras le palmeaba la espalda a su amigo y le decía:
—Si es ella tienes suerte, si es la amiga todavía hay posibilidades—y se alejó mientras seguía murmurando y riéndose—algo tendré que hacer yo.
Vi como Dani acorralaba a una chica en una mesa poniendo una mano en la mesa e inclinándose sobre ella. Se quedaba mirándola mientras ella le hablaba y le colocaba bien el cuello de la camiseta.
Marcos lo observaba también, tal vez con un poco de admiración y cansancio. Él era distinto a nosotros dos, no ligaba, directamente quedaba con algunas, conseguía lo que quería y se iba. Me parecía raro su comportamiento, saltarse el ligue me parecía un delito con lo emocionante que era. Pero allá él. Por eso me extrañaba que tuviese algo con alguna, siempre las dejaba, no daba opción a relación, no quería.
—¿Qué te traes con esas dos?—No me pude resistir a la pregunta.
—Nada, que a este se le mete en la cabeza cualquiera tontería—me dijo simplemente, evitando una respuesta concreta.
Me encogí de hombros y volví a mis pensamientos. Me tenía que comprar una camisa blanca, y tal como lo pensé lo dije en voz alta sin darme cuenta.
—Yo también, ¿quieres que vayamos esta semana?—me sorprendió de nuevo, ¿para qué quería él una camisa?
—Vale, ¿mañana o pasado?—dije pensativo.
—Mañana mejor.
Sonó el timbre y empezó a moverse la gente entre empujones amistosos, risas y miradas.
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Tan sólo un nosotros
Teen FictionLucía es una adolescente que tiene una historia por vivir que ni ella se imaginaría. Todo comenzó cuando tuvo que olvidarse de su crush e intentar no volver a caer en algún descuidado flechazo de Cupido, cosa que no es nada fácil a esa edad. Y por m...